Los tiempos cambian a un ritmo vertiginoso. La velocidad cada vez es mayor. Lo que hoy sale a luz se convierte en viejo antes de que seamos capaces de asimilarlo. La información fluye en todas direcciones y nuestra mente se pierde en un continuo ir y venir.
Lo que os mostramos a continuación lo hemos recibido en nuestro buzón de correo electrónico. (Gracias, Elena). No sabemos quien es su autor, pero estamos totalmente de acuerdo con lo que dice la abuela. ¡Qué grande es el cambio y que corto es el tiempo! ¿Hacia dónde vamos?
Una tarde un nieto estaba charlando con su abuela sobre los acontecimientos actuales. Entonces, él preguntó: «¿Qué edad tienes abuela?» La abuela respondió:
– Bueno, déjame pensar un minuto…
– Nací antes de la televisión, las vacunas contra la polio, las comidas congeladas, la fotocopiadora, las lentes de contacto y la píldora anticonceptiva.
– No existían los radares, las tarjetas de crédito, el rayo láser o los patines en línea.
– No se había inventado el aire acondicionado, los lavavajillas, las secadoras, y las prendas se ponían a secar al aire fresco.
– El hombre todavía no había llegado a la Luna y no existían los aviones de propulsión a chorro para pasajeros. Tu abuelo y yo nos casamos y después vivimos juntos, y en cada familia había un papá y una mamá.
– «Gay» era una palabra respetable en inglés que significaba una persona contenta, alegre y no homosexual, al que cariñosamente llamábamos «loca». De lesbianas, nunca habíamos oído hablar y los muchachos no usaban aretes.
– Nací antes de la computadora, las dobles carreras universitarias, las terapias de grupo y los psicólogos.
– Hasta que cumplí 25, llamé a cada policía y a cada hombre, «señor», y a cada mujer «señora» o «señorita».
– En mis tiempos la virginidad no producía cáncer.
– Nuestras vidas estaban gobernadas por los 10 Mandamientos, el buen juicio y el sentido común.
– Nos enseñaron a diferenciar entre el bien y el mal y a ser responsables de nuestros actos.
– Creíamos que la comida rápida era lo que la gente comía cuando estaba apurada.
– Tener una relación significativa era llevarse bien con los primos.
– Tiempo compartido significaba el que la familia compartía en unas vacaciones, no un condominio.
– Nunca habíamos oído hablar sobre la música estereofónica, la radio FM, cassettes, CDs, máquinas de escribir eléctricas, calculadora (ni siquiera mecánica, para no mencionar las portátiles).
– A los relojes se les daba cuerda cada día.
– No existía nada digital, ni los relojes ni los indicadores con numeritos luminosos en los artefactos del hogar, ni en las máquinas.
– Hablando de máquinas, no existían los cajeros automáticos, los radio reloj despertador, ni los hornos de microondas, para no hablar de los videocassettes ni las filmadoras de vídeo.
– Si en algo decía «Made in Japan» se le consideraba una porquería y no existía «Made in Korea» ni «Made in Taiwán».
– No se haba oído hablar de Pizza Hut, McDonalds o el café instantáneo ni de los endulzantes artificiales.
– Había tiendas donde se compraban cosas por 5 y 10 centavos.
– Los helados, las llamadas telefónicas, los pasajes de autobús y la Pepsi, todo costaba 10 centavos.
– Se podía comprar un Chevrolet Coup nuevo por 600 dólares (pero, ¿quién los tenía?).
– En mi tiempo, «hierba» era algo que se cortaba y no se fumaba; «Coca» era una gaseosa y la música de rock era la que hacía la mecedora de la abuela.
– «Chip» significaba un pedazo de madera, «hardware» era la ferretera y el «software» no existía.
– Fuimos la última generación que creyó que una señora necesitaba un marido para tener un hijo.
– Ahora dime, ¿cuántos años crees que tengo?
– «¿Más de cien?», preguntó su nieto.
– «Nooo, ¡¡solamente 57!!»