Son varias las investigaciones que han servido para demostrar que los colores influyen en los estados de ánimo. El comportamiento de una persona es fundamental para el día a día. La contemplación de objetos, elementos, de un determinado color puede contribuir a pasar de triste a feliz, de conseguir que instantes de enfado se conviertan en momentos de calma.
En el estado de ánimo influyen fundamentalmente cuatro colores primarios: el rojo, el amarillo, el verde y el azul. Los tonos, dentro de cada grupo, tienen también su influencia, pero siempre en menor escala.
Lo que trae consigo cada color
El color rojo es el que sirve para marcar la agresividad. Su contemplación puede contribuir, además de marcar el poder y la fuerza, a generar estados de ánimo que implican provocación y ataque. Es el color más negativo en este ámbito
El amarillo está asociado con la alegría, la esperanza y hasta el optimismo. Aunque al tratarse de un color cálido, como ocurre con el rojo, intensifica la excitación.
¿Y qué ocurre con el color verde? Produce calma, es el representante de la armonía, del inicio de la relajación. Pero, está claro, que no llega a la riqueza del color azul, el conocido como color del intelecto. Su contemplación es tan positiva que puede hasta disminuir la presión arterial.
Azul y verde, los mejores colores
De ahí viene la recomendación: siempre que podamos debemos tratar de visitar espacios marcados al menos por uno de los últimos colores indicados: el azul y el verde. Las personas que viven en lugares bañados por el color verde disfrutan de una mayor salud física y mental. Y ya no digamos los que cada día pueden contemplar el azul del mar.
Investigadores de la Universidad del Estado de Michigan llegaron a la conclusión de que solo mirar un océano o mar azul puede mejorar de manera significativa el estado de angustia, y hasta vencer la depresión. Demostraron así mismo que el color verde no consigue los mismos resultados.
Foz, un espacio ideal
Lo ideal, está claro, se dirige a poder disfrutar de los dos colores, del azul y del verde, en espacios en los que se combinan ambos, tal como ocurre en la Mariña Lucense, en pueblos como Foz y aledaños. Un paseo al borde del mar, desde la playa de A Rapadoira hasta la playa de Llas, permite contemplar el azul del Mar Cantábrico combinado con el verde de las hierbas y plantas que adornan la costa. Puedo afirmar que se llega a un estado de relajación infinita. Doy fe de ello.
Fuente: Healthday