José estaba intentando conseguir una participación en una obra de teatro que se iba a representar en la escuela. Su mamá contaba que el niño había puesto su corazón en ello y temía que no fuera elegido. «El día en que se escogieron los participantes en la obra, yo estaba en la escuela – explicó la madre -. José salió corriendo con los ojos brillantes, con orgullo y emoción. Adivina qué mamá, gritó y luego dijo las palabras que permanecerán como una lección para mi: he sido elegido para aplaudir y animar«.
Se organizó un concurso con el fin de encontrar al niño más cariñoso. Se presentaron unas cuantas historias, todas muy emotivas. El ganador fue un niño de 4 años, vecino de un anciano cuya esposa había fallecido recientemente. El niño, al ver al anciano llorar en el patio de su casa, se acercó y se sentó en su regazo. Cuando su mamá le preguntó qué le había dicho al vecino, el niño le contestó, «nada, sólo le ayudé a llorar».
Un niño de 10 años estaba descalzo y temblando de frío delante del escaparate de una zapatería. Una señora se acercó al niño y le dijo: «Mi pequeño amigo, ¿qué estás mirando con tanto interés en esa ventana?». «Le estaba pidiendo a Dios que me diera un par de zapatos», dijo el chaval. La señora lo tomó de la mano y entraron en la tienda. Le pidió al empleado media docena de pares de calcetines para el niño. Preguntó si podía darle un recipiente con agua y una toalla. El empleado le trajo lo que pidió. Ella llevó al niño a la parte trasera de la tienda, le lavó los pies y se los secó. El empleado llegó con los calcetines. La señora le puso un par al niño y le compró un par de zapatos. Juntó el resto de los calcetines y se los dio al pequeño. Le acarició la cabeza y le dijo: “¡No hay duda pequeño amigo que te sientes mas cómodo ahora!». Cuando ella daba la vuelta para irse, el niño le agarró la mano y mirándola con lágrimas en los ojos, le preguntó: “¿Es usted la esposa de Dios?».
Una maestra estaba estudiando con su grupo de primer curso de primaria la fotografía de una familia. En la imagen había un niño que tenía el cabello de color diferente al del resto de los miembros de la familia. Uno de los niños del grupo sugirió que el niño de la pintura era adoptado. Entonces, una niña del grupo le dijo: «Yo sé todo de adopciones porque yo soy adoptada». “¿Qué significa ser adoptado?», preguntó otro niño. «Significa – dijo la niña – que tú creces en el corazón de tu mamá en lugar de crecer en su vientre».