Los dolores del cuerpo, que no del alma, se calman con analgésicos, pero no siempre es así, existen otras formas de alivio. Según los resultados de un estudio efectuado en el Centro Médico de la Universidad de Stanford, los sentimientos apasionados de amor hacen una labor similar a la de los medicamentos especializadas, son capaces de aliviar el dolor físico. La dopamina, un neurotransmisor que influye sobre el estado de ánimo, se produce en alta cantidad cuando las personas se encuentran en fases de amor apasionado, y frenan la incidencia del dolor.
El amor intenso activa las mismas zonas del cerebro que los fármacos utilizados para calmar el dolor. La zona de recompensa del cerebro se activa cuando se piensa en el ser amado. Es la misma que se aviva cuando se toma cocaína o cuando se recibe una alta recompensa dineraria.
Se pueden evitar así los efectos secundarios de drogas y medicamentos. El núcleo accumbens actúa de la misma forma cuando recibe una recompensa amorosa que cuando la persona consume opiaceos, cocaína y otras drogas. La conclusión es que para aliviar el dolor no se necesitan fármacos, el amor actúa más profundamente.
Los voluntarios sometidos a la experiencia observaron fotografías de sus seres amados y de otras personas atractivas. Mientras observaban las imágenes calentaban un estimulador térmico controlado por ordenador situado en al palma de la mano, que causaba un dolor ligero. Al mismo tiempo, los cerebros de los participantes eran examinados por medio de resonancias magnéticas. El dolor disminuía en mayor intensidad cuando observaban las fotos del ser amado.
Visto en PLoS ONE