No se puede consentir que los que mandan y dirigen se olviden que, entre sus obligaciones, tienen la de preocuparse por la posibilidad de aprendizaje de los ciudadanos, aunque el marco de acción se encuadre en las Nuevas Tecnologías.
La adquisición de un ordenador no implica una utilización adecuada del mismo. En muchas familias se compra un equipo informático con el único fin de engancharse a lo que hoy es la modernidad. No importa que se sepa manejar o no, lo que «prima» es tenerlo, para así poder presumir delante de las amistades: «Nuestro hijo estuvo hoy navegando por Internet con el ordenador que hemos comprado. Es el último modelo, sabes». Y su felicidad está ahora adornada con bits y hertzios.
El manejo de un ordenador tiene sus complicaciones. No es un electrodoméstico más. La pulsación del interruptor no abre, como algunos piensan, las puertas del conocimiento. Cuando el monitor se adorna con el escritorio de Windows (lo más habitual), la duda dibuja interrogaciones en la frente del usuario. ¿Para qué sirve esa serie de iconos y menús? El ratón se desliza libremente sobre la mesa, no se deja dominar, y el puntero no apunta sobre el lugar elegido de la pantalla. ¿Y cómo se apaga la máquina? Alguien ha dicho que no se puede, o no se debe, pulsar directamente sobre el interruptor para terminar la sesión, pero… ¿qué hay que hacer entonces?
A pesar de que cualquier sistema operativo actual está considerado como amigable, comparándolo con los crípticos sistema de antes, no es suficiente para iniciar el camino sin conocimientos previos. ¿Qué hay que hacer? ¿Seguir engañando al personal? ¿Pretender que todos sean autodidactas?
Aunque se organizan cursos, por parte de los organismos competentes, no son suficientes. Para que toda persona que lo desee pueda iniciarse en el manejo de un equipo informático, es necesario marcarle los pasos previos. No se puede permitir que las diferencias continúen engrandeciendo las distancias entre los que saben y los que quieren saber pero no pueden. Luchemos por que el nuevo analfabetismo, el analfabetismo informático, no inunde nuestra sociedad.
En la Comunidad en la que vivo, en Galicia, son muchos los centros educativos dotados de ordenadores en el aula, mejor netbooks, aparatos ya en desuso. Ello, en teoría, contribuye a una enseñanza que utiliza la informática como ayuda, pero la realidad no es así. A pesar de que hay excepciones, son muchos los profesores que no están preparados para obtener el mejor rendimiento de esos equipos. Tendrían que asistir a cursos que les proporcionasen las herramientas necesarias para transmitir los conocimientos adquiridos a sus alumnos, y no dejar que estos se dediquen «a jugar» con los netbooks. Pero esos cursos no se convocan, o mejor, no se convocan todos los necesarios. Dicen que la culpa la tiene la crisis…