Conozco algún caso semejante. No es lo habitual, pero hay personas que aparcan su coche en un determinado lugar, en una calle, y tras cuatro días descubren que no lo tienen en el garaje de su casa. Desesperados, tras creer que se lo han robado, comienzan a pensar: ¿qué hice yo ayer?, ¿y hace cuatro días? Hasta que, tras muchas vueltas, descubren que lo habían dejado en un lugar no muy alejado del lugar en el que viven. Pero lo que acabo de encontrar en Machester Evening News se sale de lo común, roza lo grotesco.
El pasado mes de junio un joven llevó el BMW de un amigo desde Escocia al sur de Manchester. Lo hizo para disfrutar de un concierto de Stone Roses en el Etihad Stadium. Dejó el vehículo en uno de los aparcamientos de la zona, y se fue a escuchar a la banda británica. El muchacho debía estar inmerso en un descomunal despiste porque cuando salió del concierto no supo en donde había dejado el coche. Buscó y buscó durante cinco días, y nada de nada, no lo encontró. Desesperado volvió a su casa y le contó a su amigo lo que había pasado.
En el mes de agosto, el propietario del vehículo, que había enviado varios correos a representantes locales del gobierno y a varias empresas de la zona en la que se había aparcado el coche, consideró que se lo habían robado. Algo lógico, tras haber pasado cerca de dos meses y comprobar que no se sabía nada de su BMW.
El pasado sábado, antes de la medianoche, oficiales de policía de Manchester encontraron un coche en uno de los aparcamientos de la zona en la que se había celebrado el concierto. Se dieron cuenta de que se trataba del coche perdido en junio, que seguía en donde lo había dejado el muchacho escocés. Localizaron a su propietario y se lo hicieron saber. Le aclararon que el vehículo se encontraba en perfecto estado pero que no sabían en cuanto iba a salir el coste del aparcamiento, ya que éste era de pago. Al final el propietario tuvo que pagar 5.000 libras. ¡Casi nada!, como para volver a prestar el coche a un amigo.