Hay muchas formas de contemplar la vida. Os ofrecemos dos episodios, aparentemente sin relación, pero que tienen mucho en común. ¿Estás de acuerdo?
Las tres rejas
Un joven discípulo de un filósofo sabio llega a casa de éste y le dice:
– Escucha, maestro. Un amigo tuyo estuvo hablando de ti con malevolencia…
– ¡Espera! – lo interrumpe el filósofo – ¿Ya hiciste pasar por las tres rejas lo que vas a contarme?
– ¿Las tres rejas?
– Sí. La primera es la verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto?
– No. Lo oí comentar a unos vecinos.
– Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad. ¿Eso que deseas decirme es bueno para alguien?
– No, en realidad, no. Al contrario…
– ¡Ah, vaya! La última reja es la necesidad. ¿Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta?
– A decir verdad, no.
– Entonces – dijo el sabio sonriendo – si no es verdadero, ni bueno, ni necesario, sepultémoslo en el olvido.
La viejita
Una viejita de más de 80 años, muy coqueta, entra en una farmacia.
– ¿Por favor tiene un anti-dolor?
– Sí, señora.
– ¿Y tiene un antirreumático?
– Sí, señora.
– ¿Tienen Viagra?
– Sí, señora.
– ¿Tienen píldoras contra las arrugas?
– Sí, señora.
– ¿Tienen Uds. pomada para las almorranas?
– Sí, señora.
– ¿Y por casualidad tienen somníferos?
– ¡Sí, señoooora!
– ¿Tiene productos para la memoria?
– ¡Sí señoraaaaaaaaaaaaaaaaa!
– Tienen Uds…
– Por favor señora, esta es una farmacia, y tenemos todos los productos. ¿Cuál es su problema?
– Me voy a casar con mi amigo Juan Celestino, que va a cumplir 95 años al final de este mes, y queremos saber si podemos poner aquí nuestra lista de boda…