Aún quedan algunos meses para las vacaciones de verano, pero ello no significa que muchos ya estén soñando con ellas. Algunos, los que se dejan dominar por la impaciencia, ya están preparando los bártulos para irse a un hotel, a una casa de huéspedes o a la suya propia en la playa. Comenzará un merecido periodo de descanso para algunos, entre quince días y un mes. A pesar de la crisis que nos aqueja aún hay personas que pueden disfrutar de unas merecidas vacaciones. Se encuentran a amigos o simples conocidos alojados tras el muro que separa los jardines. Llega el momento de comer. Cada familia lo hace en su casa o, ¿por qué no?, se une con la de al lado para compartir y disfrutar. El disponer de un sistema adecuado para intercambiar y compartir manjares y cocinado puede suponer un avance en las relaciones sociales.
Los inventores de la barbacoa de la que tenéis una imagen en la parte superior, se han basado en ello, en las relaciones sociales, para diseñar y fabricar este original instrumento de asado a la plancha. Hemos de reconocer que tiene sus riesgos, sobre todo para los que están subidos, a los que, es evidente, les cuesta mantener el equilibrio, pero nadie podrá discutir que los resultados apuntan a un alto grado de satisfacción.
Aunque hemos titulado el artículo como barbacoa para vecinos podríamos retitularlo como asado social, o tal vez asado compartido, por el trabajo a realizar para degustar los filetes o el pescado a la parrilla.
He encontrado la imagen en Natwerk hace ya algún tiempo (la conservaba guardada en el fondo del baúl), pero no sé lo que hay que hacer para conseguir la singular barbacoa, aunque opino que no es muy difícil construir una a medida de las necesidades de cada uno. Sólo hay que añadir las dos escaleras, las que sirven a los asadores para llevar a buen fin su trabajo. ¡La imaginación no tiene precio!