Algunos la tenemos en nuestra casa. Dicen que es ideal para mantenerse en forma. Te subes a ella, pedaleas durante unos minutos, el sudor resbala por tu frente y las piernas comienzan a dolerte. Cesas la pedaleada. Se trata de una bicicleta estática, es decir, una imitación de la verdadera, de la que te anima a viajar por carreteras y caminos contemplando la naturaleza, viendo el cauce de los ríos y los árboles frondosos.
En la plaza que vemos en el vídeo hay unas cuantas bicicletas estáticas estratégicamente colocadas. Solo es necesario que una entre en acción, que una voluntaria o voluntario comience a pedalear para que surja el contagio. Se desata la fiebre. ¿Qué está pasando? Todos quieren ver el final. Publicidad imaginativa.