Aunque blockchain y bitcoin están tan íntimamente relacionados que es difícil leer nada sobre la criptomoneda más valiosa del momento sin que la palabra blockchain esté orbitando cerca, poco ha profundizado el público general en esta tecnología. Y es comprensible, al fin y al cabo la gente trata de ganar dinero comprando y vendiendo bitcoins, pero el blockchain podría ofrecer muchas pequeñas ventajas a todos nosotros, operemos o no con alguna criptomoneda.
Un nacimiento más antiguo de lo que crees
Y es que la idea de la blockchain no nació a la par que bitcoin, y la idea no fue de la o las personas que se encuentren detrás del personaje de Satoshi Nakamoto, sino de W. Scott Stornetta y su colega y socio Stuart Haber, que en 1991 sentaron las bases describiendo en el trabajo “How to time-stamp a digital document” la creación de un sello de tiempo para documento digitales, de forma que este asegurara la fecha y la hora de la introducción de cada bloque de datos concreto en el documento. Por cierto, en un ejercicio de prospectiva bastante acertado, imaginaban un mundo en el cual todo documento de texto, audio o video estuviese en un formato digital (recordemos que estamos dando comienzo a la década de los noventa, y un internet global y tan barato como el de hoy en día en que en algunos países es más fácil conectarse que encontrar un vaso de agua potable era material de ciencia ficción).
El interés de Stornetta por asegurar la veracidad de los bloques de datos en formato digital venía de lejos, ya que una parte importante de su labor profesional se desarrolló en torno a la criptografía y la informática, por lo que no es de extrañar que su trabajo pariera, junto con Haber, la primera cadena de bloques con una especie de marca de agua que asegurase la integridad de la información insertada. Un año después, en 1992, se añadieron los conocidos como “árboles de Merkle” permitiendo de esta forma ligar datos separados a un único valor, de igual forma que las ramas de un árbol están todas ellas ligadas a un tronco común.
2009, se utiliza la blockchain para crear una moneda
Una vez desvinculado el dinero de un activo que lo respalde (el oro ha sido a lo largo de la historia el que ha estado cumpliendo este valor) lo único que nos sirve para garantizar el valor de esos papeles, monedas o asientos en una cuenta bancaria es la confianza en el estado emisor, pero si una red amplia de usuarios tiene los medios de garantizar la autenticidad de un activo y de todas las transacciones asociadas ¿no sería por fin posible crear una moneda descentralizada en la cual todos aquellos usuarios que voluntariamente hubiesen decidido utilizarla fuesen a su vez los custodios de su integridad? pues resulta que sí que lo era, y nació bitcoin y a bitcoin le siguieron innumerables criptomonedas y métodos de ganar (o perder) dinero con ellas, oportunidades de negocio o inversión, estafas… en definitiva, fueron totalmente integradas en nuestra sociedad y su forma de funcionar.
¿Cómo usamos las criptomonedas?
Como cualquier cosa menos como dinero. Bueno, esto puede ser una exageración, aún así su uso como dinero no es ni mucho menos el más habitual, pero no hay duda de que ya forman parte de nuestro sistema financiero por pleno derecho, tanto es así que, si comprobamos la cotización de bitcoin en un bróker como Plus 500, o alguna página que ofrezca este tipo de información, veremos que este supera de nuevo, y con solvencia, los 11.000 dólares, en medio de una pandemia que durante el presente siglo sólo habíamos visto en las películas.
Si su uso principal no es como dinero ¿cómo estamos utilizando las criptomonedas? Pues como medio de ahorro, como activo para especular, como instrumento de trading online (cuidado con el apalancamiento y la alta volatilidad de las criptomonedas si se realiza trading online, ya que puede llevar a elevadas y rápidas pérdidas de capital) etcétera, etcétera. ¿Terminarán entonces las criptomonedas por sustituir a las monedas nacionales actuales? No parece probable, al menos en el medio plazo, parece más bien que nos dirigimos a un paisaje en el cual convivan muchas formas de monedas y criptomonedas, fácilmente convertibles entre sí y que usaremos indistintamente dependiendo de cual nos convenga más en un determinado momento, ampliando nuestra libertad a un grado hasta el momento desconocido.