Esta historia es muy peculiar. Ocurrió, dicen, en un pueblo de la costa catalana. Los habitantes del lugar presentaban unas características diferenciadoras singulares; había el grupo de los veraces (siempre decían la verdad) y el de los mentirosos ( mentían siempre). Dentro de cada grupo los había, también, ricos y pobres.
Un habitante, de nombre Alberto, quería pedirle a una agraciada moza que se convirtiese en su novia. Pero la muchacha exigía unos requisitos especiales: que el solicitante fuese mentiroso y rico.
Partiendo de la base de que Alberto cumplía los requisitos, ¿qué único enunciado debía pronunciar ante su amada para que ésta lo admitiese como novio?
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Solución
Los que no sean capaces de resolver el problema o quieran comprobar si su solución es válida, pueden leer lo que viene a continuación:
Alberto dijo exactamente: «Soy un mentiroso pobre». Está claro que no puede pertenecer al grupo de los veraces, ya que estos no pueden mentir y, en este caso, estaría mintiendo.
Tiene que ser un mentiroso rico, ya que la mentira está en decir que es pobre.