Es muy frecuente que al acercarnos a una persona el olor que fluye de su boca nos invite al alejamiento. La halitosis es un mal típico de los humanos. Nosotros también podemos padecerla pero no nos enteramos.
En nuestros órganos olfativos existen unos sensores que captan los olores. La presencia de determinadas moléculas en el aire provoca un olor específico. Las células receptoras del olor llegan a saturarse. Esta saturación se produce cuando un determinado olor prevalece en nuestro entorno durante un cierto (a veces largo) periodo de tiempo. Por ese motivo no somos capaces de percibir nuestro mal olor de boca.
Metilmercaptano
Los tioles o tioalcoholes, conocidos también como mercaptanos, son sustancias orgánicas de estructura similar a la de los alcoholes. Si un alcohol tiene el grupo funcional -OH, un tiol contiene el grupo -SH.
El metilmercaptano, también conocido como metanotiol, es el más sencillo de los tioles, tiene un único carbono. Su fórmula química es CH3-SH. Su punto de ebullición es de 6º centígrados. Es, por tanto, gaseoso a temperatura ambiente.
Se utiliza para fabricar pesticidas y como aditivo en los gases de uso doméstico: butano, propano y gas natural. Esto último, por su desagradable olor, es lo que nos avisa sobre un posible escape.
El mal olor de boca
En nuestro aliento hay moléculas de metilmercaptano. Las bacterias que se alojan en nuestra boca provocan la descomposición de una proteína, liberando azufre y produciendo metilmercaptano. Esta sustancia, como sabemos gaseosa, se mezcla con el aliento y provoca el mal olor.
En la naturaleza también se produce metilmercaptano ya que existen bacterias que provocan la reacción necesaria para su formación.
Hay otras sustancias responsables también del mal aliento. Entre ellas está el sulfuro de hidrógeno, que lo identificamos con el olor a huevos podridos. Aunque en realidad son los huevos podridos los que huelen a sulfuro de hidrógeno. Además de otras sustancias, en nuestra boca también se puede producir sulfuro de dimetilo, que desprende el café molido. Una infección de garganta, o la excesiva acumulación de mucosidad, puede también contribuir a la producción de mal olor.
Combatir el mal olor
Es fundamental la limpieza, aunque no suficiente. Hay que eliminar las moléculas de metilmercaptano. Los dentífricos que contienen sales de estaño o de cinc contribuyen a la eliminación. El cinc y el estaño eliminan las enzimas de las bacterias que producen el metilmercaptano.
Está claro que si no queremos alejar a los que nos rodean, debemos arbitrar los medios y soluciones necesarias para evitar el mal aliento. Si no lo hacemos, ya sabemos cuales son las consecuencias.