Los órganos de los seres humanos son fundamentales para la vida. No solo activan una serie de funciones particulares sino que también se ocupan, en conjunto, de mantenernos vivos. Los fallos en algunos de ellos provocan, en una gran cantidad de casos, fallos irreversibles.
En el hombre, a partir entre los treinta y cuarenta años, se inicia un descenso casi lineal en la mayoría de las funciones corporales. Como resultado de esta disminución y de las dificultades del equilibrio fisiológico interno, la persona de edad va a tener mayores problemas que el sujeto joven para mantener su salud ante los insultos del medio ambiente.
Pero la disminución funcional no es la causa del envejecimiento, sino más bien su consecuencia. Por efecto del envejecimiento, todos los órganos comienzan su declinar antes de la muerte. La medida de este declinar nos proporciona un cálculo de la edad fisiológica del individuo, lo que constituye un índice de su ritmo de envejecimiento más fiable que su edad cronológica.
Los órganos que envejecen antes
La piel es el primer órgano en el que se anuncia el envejecimiento, y ello por medio de la presentación de arrugas, sequedad, aspecto apergaminado y manchas pigmentadas. La clave está en la atrofia de la epidermis, con su pérdida de tonicidad y elasticidad.
Por su parte, el cabello encanece, se hace ralo y más fino, cae y en ocasiones da lugar a la calvicie en el hombre.
Las uñas crecen más lentamente, se espesan, se estrían y pueden tomar un aspecto curvado.
Son también muy llamativos los cambios en la silueta en general: el individuo se encoge y se encorva, sus articulaciones son menos flexibles, sus músculos se atrofian, disminuyen de tono y pierden fuerza. Por eso la postura típica de las personas de edad muy avanzada es de flexión. Se inclinan cabeza y cuello, los hombros cuelgan, se acentúa la curvatura dorsal, las rodillas se doblan y la marcha se produce a pequeños pasos, arrastrando los pies y sin apenas balancear los brazos.
Además, la masa ósea disminuye , debido a la osteoporosis, por lo que los huesos se hacen más frágiles y son frecuentes las fracturas.
El ojo y el oído
En el plano funcional, el ojo y el oído son los órganos que antes envejecen. Es muy frecuente la aparición de presbicia, o vista cansada, por disminución del poder de acomodación del cristalino, lo que obliga al uso de gafas correctoras para leer.
Son también características la disminución de la agudeza visual y de la visión nocturna, no sólo por modificación del cristalino sino también de la retina.
El envejecimiento de los párpados se manifiesta por la aparición en el ángulo externo del ojo de la pata de gallo. La caída de los párpados superiores influye en la pérdida de brillo de la mirada.
Aparecen bolsas bajo los ojos y en ocasiones se produce una eversión del párpado inferior que expone al aire la córnea y deja que se acumulen las lágrimas (ectropión).
En la córnea aparece una anillo grisáceo que se denomina arco senil. El iris pierde su brillo, la pupila se estrecha y en su conjunto la mirada es menos viva y penetrante.
El oído presenta una presbiacusia, es decir, una disminución de su agudeza, que será funcionalmente molesta entre los ochenta y noventa años.
Entre otros factores, los traumatismos sonoros de nuestra vida moderna pueden precipitar la sordera de la senescencia.
El aparato respiratorio
El envejecimiento del aparato respiratorio se expresa principalmente por una disminución de la capacidad vital, que es aquella que corresponde al máximo de gas obtenido después de una inspiración forzada. El descenso comienza hacia los cincuenta años y puede bajar hasta el cincuenta por ciento de sus capacidad normal en las personas de 85 años.
El corazón
El envejecimiento del aparato cardiovascular consiste en una ligera disminución del ritmo cardíaco, con la aparición ocasional de extrasístoles, aumento de la presión arterial y disminución del suministro cardíaco como consecuencia de la disminución del volumen de contracción del corazón. Todo ello origina un déficit en la irrigación cerebral.
Las glándulas
Las glándulas también se encuentran afectadas por el proceso general de involución. Aparecen trastornos vasomotores e inestabilidad neurovegetativa como consecuencia de las modificaciones en la hipófisis.
Conclusión
El envejecimiento del resto de órganos es evidente. Las arterias, el aparato digestivo, el hígado, los riñones, la próstata en los hombres, y más, también sufren un deterioro con el paso de los años. Si no fuese así, seríamos seres eternos.
Fuente: Temas Clave de Aula Abierta Salvat – La vejez y sus mitos. Publicado en el año 1982
Autores: Jesús Sánchez Caro y Francisco Ramos