Los años pasan y nos vamos haciendo mayores. Ello repercute en nuestro estado de salud general, afectando en mayor o menor grado a los diferentes elementos que componen nuestro cuerpo. El cerebro destaca sobre los demás, ya que es el que se ocupa de regir una gran cantidad de funciones, necesarias para una vida saludable.
Nuestro cerebro está compuesto por más de cien mil millones de células nerviosas. Ellas son las encargadas de mantener nuestra agilidad y así mismo el pensamiento rápido. Está claro que, tal como ocurre con el resto del cuerpo, el cerebro también pierde agilidad. Además de los olvidos se pierden habilidades para llevar a buen fin acciones simples.
Pero existen soluciones, no podemos dejarnos llevar por la monotonía y la simplicidad, tenemos que activar nuevas formas de desenvolvimiento. La materia gris y la blanca son la clave de nuestro sistema nervioso. La sustancia o materia blanca proporciona los contactos entre las células (axones mielinizados) y contribuye a la velocidad de transmisión y distribución de las señales, mientras que la sustancia gris está formada por las células nerviosas o neuronas y las dendritas.
Un nuevo estudio publicado en la revista Brain Sciences muestra muchas de las cuestiones que ya conocemos sobre la salud del cerebro. En la lista se destacan tres elementos, los que analizamos a continuación:
Ejercicio físico
Sin movimiento no podemos vivir. La tendencia de muchas personas, cuando llegan a una determinada edad, es quedarse sentadas o tumbadas viendo la televisión, saliendo a la calle solo en momentos puntuales y haciendo cortos recorridos.
Si dejamos que nuestro cuerpo se vuelva perezoso, lo mismo ocurre con nuestro cerebro. Según Sigmundsson, director del estudio al que nos referimos, y el resto de participantes en el mismo, «un estilo de vida activo ayuda a desarrollar el sistema nervioso central y a contrarrestar el envejecimiento del cerebro«.
Está claro que es muy importante no quedarse sentado en la silla dejando que las horas transcurran lentamente, sometidos a un total aburrimiento. Y no solo está dirigido a los que ya no trabajan sino también a los que realizan actividades sedentarias: cuando se finalicen las horas de trabajo hay que moverse, hay que andar.
Tener relaciones sociales
No podemos quedarnos aislados, andar por la calle sin hablar con nadie, colocarnos en la barra de un bar sin importarnos lo que dicen y hacen el resto de personas que se encuentran en el local, y, está claro, existen muchas más situaciones en las que debemos ser comunicativos.
Sigmundsson ha dicho al respecto: «Las relaciones con otras personas y la interacción con ellas contribuyen a una serie de factores biológicos complejos que pueden evitar que el cerebro se ralentice«.
El estar con otra persona o personas, estableciendo relaciones en las que prima la comunicación, fortalece el estado positivo del cerebro, evitando su deterioro.
Aprender cosas nuevas
Toda la vida debe estar fundamentada en el aprendizaje. No debemos contentarnos solo con lo que nos enseñaron en la escuela y demás (instituto, universidad, …), siempre tenemos que activar nuevos desafíos para aprender más cosas.
Sobre ello, sobre el proceso continuo de aprendizaje, Sigmundsson ha dicho lo siguiente: «La pasión, o tener un fuerte interés por algo, puede ser el factor determinante e impulsor que nos lleva a aprender cosas nuevas. Con el tiempo, esto afecta el desarrollo y mantenimiento de nuestras redes neuronales«.
Conclusión
Nunca te consideres viejo y te rindas a lo que la vida trae consigo. Haz siempre lo que te mantiene vivo y sirve para una larga existencia en la que priman los momentos de felicidad. Está claro que el desarrollo del cerebro está relacionado con el estilo de vida, y que los tres puntos indicados, el ejercicio físico, las relaciones sociales y el aprendizaje de nueva cosas, colaboran en el desenvolvimiento de una vida más saludable. ¡No te rindas!