Se denomina acero galvanizado al acero que ha recibido un tratamiento químico especial a fin de mejorar sus propiedades anticorrosivas. Para ello, basta con recubrirlo con óxido de zinc, un material mucho menos propenso a la herrumbre que el hierro.
La elevada resistencia ante la corrosión no es la única ventaja de este material. La galvanización brinda una protección extra contra los arañazos y añade durabilidad al metal. Y además, a muchos les parece un material mucho más atractivo visualmente.
Técnicas de fabricación de acero galvanizado
Una de las técnicas más comunes de galvanizado del acero es por inmersión en zinc fundido. Como resultado, se produce una reacción química que fusiona bien los dos metales. Así el zinc pasa a formar parte del acero, y no se aplica sobre él como si fuera una pintura.
La capa exterior del producto acabado es completamente de zinc, mientras que las demás son una aleación de hierro y zinc. Con cada capa se reduce el contenido del primer metal. La capa principal es de acero puro. Normalmente, para determinar el grado de galvanización de un producto se utiliza el peso del zinc por cada unidad de superficie del producto.
Hoy en día son comunes otras técnicas de producción de acero galvanizado:
- por inmersión en un baño de zinc fundido;
- el recubrimiento con pintura o pulverización con zinc;
- la unión de metales utilizando corriente eléctrica.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que estas técnicas no siempre garantizan una buena unión entre los materiales.
El galvanizado de algunas piezas (vigas, tornillos, etc.) es posterior a la conformación de los productos. Suele ocurrir que las chapas de acero se galvanizan antes de fabricar el producto final, por lo que se corre el riesgo de que la capa de zinc se desprenda durante el estampado.