Actualmente se conocen 108 tipos de átomos diferentes, correspondiendo cada uno de ellos a un elemento químico distinto. Al combinarse entre sí, estos átomos dan a su vez origen a miles y miles de moléculas.
Sin embargo, al analizar la estructura de todo ser vivo se encuentra que, en su composición, solo intervienen unos pocos de estos elementos químicos: carbono, oxígeno, hidrógeno y nitrógeno principalmente, que se unen dando lugar a un tipo muy particular de moléculas existente únicamente en los seres vivos.
Seres vivos y más…
Esto no significa que todas las moléculas que existen en un animal o un vegetal sean exclusivas de los mismos. Por ejemplo, el agua, que se encuentra en tantos lugares distintos en nuestro planeta, es una molécula sencilla básica en todo ser vivo, si bien son las moléculas más complejas las que caracterizan a los mismos.
Dentro de lo que podríamos llamar moléculas o compuestos de la vida, se destacan los hidratos de carbono, los lípidos, las proteínas y los ácidos nucleicos.
El carbono, hidrógeno y oxígeno
Los hidratos de carbono, o azúcares, son compuestos cuyas moléculas están formadas exclusivamente por carbono, hidrógeno y oxígeno, de tal forma que el número de átomos de carbono que existe en cada una de ellas es siempre igual al de átomos de oxígeno, y justamente la mitad del de átomos de hidrógeno.
Los hidratos de carbono más sencillos, como la glucosa o la ribosa, reciben el nombre de monosacáridos, pero a su vez estos monosacáridos se pueden unir entre sí formando los llamados disacáridos, trisacáridos o polisacáridos en general, como el almidón o el glucógeno.
La misión que los hidratos de carbono realizan en todos los seres vivos es básica, ya que son estos compuestos los que proporcionan a los mismos la energía que precisan.
Sobre los lípidos
Los lípidos son compuestos que también están formados únicamente por carbono, hidrógeno y oxígeno, sin embargo, los átomos de éstos no se encuentran en las moléculas en la misma proporción en la que están en los hidratos de carbono. Existen tipos muy diferentes de lípidos, pero quizá los más importantes sean los lípidos neutros o grasas, que sirven como reservas alimenticias tanto a animales como a plantas.
Las proteínas
Las proteínas son los compuestos cuyas moléculas presentan una mayor variedad. Por ejemplo, en el cuerpo humano existen por lo menos diez mil clases diferentes de moléculas de proteínas. Esta enorme variedad procede únicamente de una veintena de compuestos diferentes denominados aminoácidos, cuyas moléculas están formadas por carbono, nitrógeno, hidrógeno, oxígeno, y, en algunos casos, azufre.
Los aminoácidos se unen mediante los llamados enlaces péptidos, dando lugar a cadenas moleculares que son generalmente de forma helicoidal y que, según estén situados en ellas los diferentes aminoácidos, formarán las distintas proteínas.
La misión de las proteínas es la de aportar energía al organismo, y la gran variedad de moléculas de estos compuestos se debe a que dichos aportes energéticos son mucho más específicos que los de los hidratos de carbono, ya que cada tipo de célula en particular recibe un tipo distinto de proteínas.
Los ácidos nucleicos
Los ácidos nucleicos reciben este nombre por localizarse fundamentalmente en el núcleo de la célula. Son las más complejas de las moléculas orgánicas, y están formadas por unidades más pequeñas que reciben el nombre de nucleótidos (algunos son más complicados incluso que muchas proteínas).
Existen dos tipos fundamentales de ácidos nucleicos: el ácido desoxirribonucleico (ADN) y el ácido ribonucleico (ARN). El primero de ellos está formado por grandes moléculas de nucleótidos que adoptan la forma de una doble hélice, y es el responsable de la transmisión de los caracteres hereditarios de padres a hijos. El segundo se presenta en moléculas de diferentes formas que, en conjunto, tienen como misión enviar órdenes a los distintos orgánulos para que se formen en el organismo vivo las distintas proteínas necesarias en cada momento.
Fuente: Temas Clave de Aula Abierta Salvat – La vida: origen y evolución. Publicado en el año 1980
Autor: Benjamín Fernández Ruiz.