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Créditos de consumo: cómo hacer una gestión adecuada y evitar problemas financieros

Créditos de consumo: cómo hacer una gestión adecuada y evitar problemas financieros

El desarrollo y crecimiento vital de los individuos en nuestra sociedad implica en ciertos momentos la compra de bienes importantes que permitan disfrutar de la vida con naturalidad. Un coche, una casa, una carrera universitaria o un amueblamiento digno del hogar pueden ser algunos de esos grandes gastos que todos tenemos que afrontar al menos una vez. En el caso del coche, entre 3 y 4 veces es lo normal debido a la vida útil de este producto. Sin embargo, no siempre la disposición económica de los usuarios es suficiente como para poder afrontar estos pagos, por lo que es necesario recurrir a fuentes de financiación externas a la propia.

El problema en estos casos no es la capacidad económica de los usuarios, sino la disponibilidad de un monto importante en un momento preciso. La solución más común en estos casos es acudir a una entidad financiera o a una empresa especializada para solicitar un crédito de consumo, que en el caso de las viviendas conocemos como hipoteca y cuenta con condiciones especiales. Esta inyección económica sí nos permite acceder a ese producto que necesitamos adquirir, ya que nos proporciona una cifra alta al completo en un momento determinado, aunque después debamos reintegrarlo poco a poco.

¿Es beneficioso un crédito de consumo?

Quizá la respuesta a esta pregunta tenga varios matices, pero en general podemos decir que sí, los créditos de consumo son beneficiosos. Gracias a ellos muchas familias con poder adquisitivo medio pueden adquirir bienes de gran costo, pero que son necesarios para desarrollarse como individuos de la sociedad. A grandes rasgos, estos préstamos son imprescindibles en muchos casos para que el 70 % de la población pueda construir su futuro y mantener su presente, por lo que, en efecto, se trata de un servicio de empresas y bancos que resulta beneficioso para los clientes.

Ahora bien, un crédito no es algo que deba pedirse ni a la ligera ni por capricho, ya que al recibir uno de ellos nos convertimos en deudores de una cifra que no podíamos pagar por nosotros mismos y a una entidad cuya actividad es puramente comercial, no filantrópica. En definitiva, podemos incurrir en un delito si llegado el momento no efectuamos los pagos de las cuotas estipuladas en el contrato, legitimando a la entidad prestamista para actuar contra nuestro patrimonio, incluso si su compra no se efectuó con el dinero de ese crédito de consumo.

Consejos para gestionar bien un crédito de consumo

Si no queremos sufrir los efectos negativos de un crédito de consumo y su devolución, entonces es capital asegurar nuestras finanzas antes y después de solicitarlo.

Antes del crédito

Lo primero que debemos preguntarnos es si realmente necesitaremos el crédito o si, de otro modo, podemos reunir el dinero en un plazo asumible. En ese caso, evitaremos los riesgos futuros. En caso de que el crédito sea la solución, debemos ajustar bien nuestras cuentas para no pedir más de lo necesario, ya que los intereses aumentarán la cifra a devolver cuanto más dinero pidamos.

Otro aspecto importante es el número de cuotas en que dividiremos la devolución. Cuantas menos, mejor. A más cuotas, más intereses pagaremos y, por ende, más caro nos saldrá el crédito. Es más rentable, si hay posibilidades, asumir una cuota un poco más alta que nos permita reintegrar el importe en menos tiempo.

Por supuesto, no debemos obviar nuestras condiciones económicas y laborales al afrontar un crédito. Aunque el banco pedirá ciertos requisitos para aceptar la solicitud, los más interesados en reunir esas condiciones son los propios solicitantes, ya que de lo contrario la devolución puede convertirse en un problema serio. Si nuestras expectativas laborales no son definitivas, más vale no embarcarse en un proyecto como éste.

Después del crédito

Si ya tenemos nuestro crédito de consumo concedido, entonces debemos asumir también una serie de comportamientos financieros que nos faciliten la devolución de la deuda.

Lo primero que tendremos que revisar es si nuestra economía nos permite llevar el mismo ritmo de vida que antes de pedir el crédito. Por baja que sea la cuota, ya supone un gasto extra con el que antes no se contaba, por lo puede darse el caso de que haya que renunciar a ciertos caprichos.

Una norma de buena conducta financiera dice que lo primero que se debe apartar es la cifra de gastos, evitando así problemas inesperados. Con la cuota del crédito debemos hacer lo mismo. Pagarla en tiempo y forma es igual de importante que abonar las facturas de luz, agua o gas, así que lo mejor por nuestra parte será retirar ese dinero nada más recibir el salario.

El retraso en la mensualidad o el impago de alguna de ellas generan intereses de demora, lo que encarecerá el reintegro. Si, por alguna razón, un mes se complica más de lo debido, la cuota de nuestro crédito no debe ser lo primero que pensemos en dejar sin pagar durante ese mes.

Fabriciano González

Amante de la informática y de Internet entre otras muchas pasiones. Leo, descifro, interpreto, combino y escribo. Lo hago para seguir viviendo y disfrutando. Trato de dominar el tiempo para que no me esclavice.

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