Como dice el dicho popular, “El saber no ocupa lugar”. Formarse académicamente es una de las tareas que nos permiten acceder a distintos puestos de trabajo. La vocación en según qué FP es fundamental, especialmente en las que guardan relación con la salud. Un ejemplo lo encontramos en ser técnico en farmacia y parafarmacia, una titulación oficial homologada por el Ministerio de Educación y Formación Profesional. Gracias a ella, tenemos la posibilidad de elaborar y distribuir productos médicos o bien, gestionar las recetas de los establecimientos que se encargan de ello. A la hora de realizar este tipo de funciones, es importante tener en cuenta los conocimientos relacionados con las vitaminas y sus funciones, para así ofrecer un servicio global a los clientes. En este artículo hablaremos sobre ello.
En el universo de las vitaminas encontramos las hidrosolubles y las liposolubles
Estudiar formación relacionada con el sector de la salud es realmente gratificante. Conseguimos que las personas que acudan a establecimientos como la farmacia, se lleven una óptima recomendación de qué tipo de productos son los más adecuados. Todo ello se puede realizar a través del Grado Medio en Farmacia, una titulación oficial homologada por el Ministerio de Educación y Formación Profesional.
Independientemente de si estudiamos el Grado Medio en Farmacia o el de Técnico en Farmacia y Parafarmacia, conoceremos al finalizar los estudios todo lo relacionado con las vitaminas, que son los compuestos orgánicos que el cuerpo necesita para el metabolismo, formar hormonas o células sanguíneas.
Lo primero a tener en cuenta es que hay dos tipos: las hidrosolubles y las liposolubles. Las primeras se disuelven con agua y son necesarias en dosis pequeñas y frecuentes. Hallamos en este grupo la tiamina para la función nerviosa, la riboflavina para la visión y salud de la piel, niacina para la salud de la piel o el aparato digestivo, la biotina para el metabolismo, la piridoxina para producir glóbulos rojos, el ácido pantoténico para el metabolismo de energía, el ácido fólico para producir ADN y células nuevas, la cobalamina para la función nerviosa y por último, el ácido ascórbico para la salud del sistema inmune y absorber hierro.
Por otro lado, en cuanto a las liposolubles, son las que se almacenan en las células del cuerpo y no se necesita consumirlas tan a menudo. Encontramos la vitamina A, vital para la vista, la piel y que las membranas mucosas estén saludables, así como para el crecimiento óptimo de dientes y huesos. La vitamina D es crucial para la absorción óptima de calcio, la vitamina E protege las paredes celulares y por último, la vitamina K, que es necesaria para una buena coagulación de la sangre.
Evidentemente, estudiando cada una de ellas podremos ahondar tanto en dichas funciones como en qué tipo de alimentos podemos encontrarlas. Ahora que conocemos por qué es importante formarse en estos dos estudios y la necesidad de conocer qué son las vitaminas y sus funciones, es el momento de matricularse y empezar a absorber todos esos conocimientos que sin duda, serán muy útiles para nuestro enriquecimiento profesional y para aconsejar a las personas.