El aburrimiento no tiene nada que ver con la falta de recursos sino con la ausencia de imaginación creativa. Cuando algunos jóvenes, no todos, se aburren, dan rienda suelta a sus instintos animales. Muchos se dejan llevar por lo que otros proponen, sin analizar si les conviene o no la propuesta. A alguien se le ocurre un día practicar lo que se ha bautizado con el nombre de sexting y, otros muchos, como auténticos borregos, siguen al ideólogo (al que ha parido la idea).
Sobre el sexting
¿Qué es el sexting? La palabreja sirve para definir el flujo privado de cuerpos desnudos o semidesnudos a través de la telefonía móvil, de dispositivo a dispositivo. Me explico, un chico se queda en pelotas (con perdón) y se hace una foto que envía a su novia o a su amiga o amigo, por el aire, a través de las ondas electromagnéticas. En mutua correspondencia, el receptor envía una foto suya al primero. Un juego inocente si no fuese por las ramificaciones que pueden surgir en el camino, por las fugas de imágenes a través de vías secundarias o de autopistas incontroladas.
Un caso sonado
Hace más de seis años, una chica estadounidense de 18 años, Jessica Logan, se suicidó porque las fotos que envió a su novio llegaron a manos, mejor a los dispositivos móviles, de todos sus compañeros de clase. Se rompió la privacidad y la chica no fue capaz de soportarlo. Y los casos se repiten, aunque en algunos casos no salgan a la luz y no lleguen a tal estado de gravedad.
Aún hay más riesgos
Otro riesgo que corren los practicantes del juego es que sus cuerpos desnudos lleguen a formar parte del patrimonio de pedófilos. Es lo que puede pasar cuando se juega con fuego, terminas quemándote. Y cuando algunos se aburren van en busca de las llamas.