Resulta un tópico la expresión de que una imagen vale más que mil palabras, pero, como en todo tópico, se esconde una evidencia: la imagen es más compleja que la palabra, la riqueza de los signos de la comunicación visual es muy superior a la de la comunicación verbal.
Sobre el monema
A nivel lingüístico, la más pequeña unidad de significación es el monema. Si utilizáramos el monema coche, en él englobaríamos todos los coches posibles. En cambio, el icono coche admite un repertorio variable de automóviles, según sea su volumen, su forma, etc.
Cuando un niño aprende a hablar, se refiere al coche utilizando el monema coche, pero para dibujarlo, las opciones serían distintas: una figura en que sólo se vieran las dos ruedas delanteras, una representación más compleja sobrecargada de puntos y líneas a las que el niño dota de sentido, entre otros posibles elementos.
Es decir, que esa complejidad del signo icónico en relación al signo verbal, su mayor riqueza a nivel significante, hace que la lectura de lo visual sea más problemática y que resulte del todo insuficiente una simple operación perceptiva.
Imagen y cerebro
Hay, por supuesto, un nivel instintivo, en virtud del cual el ojo humano capta la imagen y, una vez inscrita
dentro de un segmento preciso de tiempo, la transmite al cerebro. Pero junto a él hay, incluso en su forma más simple, dos niveles de percepción subyacentes: el nivel descriptivo, en el que se perciben las líneas, perspectivas y formas de la imagen que sistematizan una determinada configuración, y un nivel simbólico, en el que a partir de los elementos constitutivos de la imagen, se procede a su interpretación.
Si nos atenemos a las aportaciones de la escuela psicológica alemana de la Gestalt, de principios de siglo XX, la percepción de la imagen es la percepción de sus formas y sus contornos. Esto es verdad sólo en parte, porque si así fuera, quedarían fuera de consideración tres propuestas: que los datos percibidos se modifican por el sentido que adquieren, que pueden existir imágenes constituidas por formas imperceptibles (por ejemplo, el grano de la trama fotográfica), y que hay estructuras inconscientes, como las imágenes elaboradas en los sueños, y así lo demuestran las interpretaciones de Freud en torno al significado de obras de Miguel Angel y Leonardo da Vinci.
La imagen y los estímulos
Dado que la imagen transmite información en forma de estímulos que generan en el receptor determinados significados, se ha desarrollado una teoría de la imagen más reciente, ligada a los fundamentos matemáticos de la teoría de la información, y formulada por Shannon en el pasado siglo.
En esta línea se sitúa la aportación de Abraham Moles. En síntesis, se trata de una lectura de la comunicación icónica basada en un estudio de los mensajes, tanto en su vertiente semántica o de significado, como en la estética o de presentación,, los canales de transmisión y los receptores potenciales.
Conclusión
Pero el trabajo más complejo desarrollado hace ya algún tiempo en el campo de la imagen parte de la Semiología o ciencia de los signos, que toma como base la Lingüística, la Teoría de la información y la ciencia antropológica. En tanto que estudio general de todos los sistemas de signos, la Semiología permite caracterizar el signo icónico y el signo verbal de la comunicación visual.
Los trabajos de Barthes sobre la fotografía, la publicidad y la moda de Metz y Garroni en torno al cine o de Umberto Eco acerca de los mensajes visuales del entorno, ilustran esta dinámica.
Fuente: Temas Clave de Aula Abierta Salvat – El poder de la imagen. Publicado en el año 1981
Autor: Domènec Font