Cuando cualquiera de nosotros, como seres humanos, toma en sus manos un tratado de Historia Universal y a la luz del contenido de sus páginas evoca el pasado de la Humanidad, ¿cuáles son las escenas que surgen ante su imaginación?, ¿cuáles son los conceptos que se presentan primariamente al análisis de su inteligencia?, ¿cuáles son los recuerdos que permanecerán duraderos y estables de los hechos del pasado?, ¿qué es, en suma, lo que principalmente escuchamos en el fascinante tumulto de las generaciones que nos precedieron?
De la multitud de ruidos que llegan hasta nosotros, escuchamos, ante todo el estruendo de las batallas, el estallido de la violencia, los lamentos de los desposeídos, los ayes de dolor de los débiles, el paso monótono de los soldados.
Asistimos al espectáculo, no por trágico menos atractivo, del ascenso de unas civilizaciones sobre las ruinas de otras y a la sucesión de personajes que han arribado con violencia al protagonismo del poder. En torno a todo esto, el silencio, el trágico silencio de la mayoría, víctimas a las que se hizo olvidar hasta su dignidad original. Éstas se callan.
Las sociedades humanas
Bajo este prisma, la historia se nos presenta en sus líneas directrices y generalizantes como el proceso evolutivo de las sociedades humanas, entre las cuales se establecen contactos sobre la base de unas relaciones de dominio, en cuyo fondo se descubre, en muchos casos, el síndrome del poder.
Y es que la apetencia de poder se nos muestra como un constante histórica que se manifiesta tanto en la esfera individual, dominio de unos hombres sobre otros, como en el plano colectivo, dominio de unas sociedades sobre otras.
Los derechos humanos
Siendo todos los hombres iguales por su idéntica naturaleza, racional y libre, todos debieran ser partícipes comunitariamente en el disfrute de los bienes y de los derechos humanos, pero al ser casi infinita la variedad de seres humanos en relación con su grado de fuerza, inteligencia, sensibilidad, capacidad económica o habilidad política, lo que origina correlativamente diferentes grados de poder, y al existir grupos humanos más débiles, enfermos, minusválidos, niños, ancianos que, por su propia constitución o estado biológico, están desprovistos de fuerza y que, por tanto, no poseen ni posibilidad de autodefensa, las sociedades humanas vinieron a organizarse en grupos, detentadores del disfrute de los derechos humanos, y desposeídos y dominados otros, los cuales quedaron excluidos del ejercicio de sus legítimos derechos.
Las actuaciones humanos
Pero desde el origen de las civilizaciones se alzaron voces denunciando la injusticia de esta situación. Hubo hombres excepcionales que pusieron su fuerza al servicio de los débiles, y otros que, en la oscuridad de sus gabinetes o en el recogimiento de sus estudios, formularon teorías, realizaron investigaciones, redactaron leyes o crearon formas artísticas que iban a suponer pasos adelante.
Conclusión
La Historia, así, es un repetido drama en el que los derechos de los débiles son una y otra vez pisoteados por los fuertes; pero es también la larguísima sucesión de las generaciones en la que la conciencia de que los derechos humanos eran los derechos de todos ha ido, a través de inmensas dificultades, haciéndose cada vez más clara hasta llegar a la evidencia de los tiempos modernos.
Este proceso ha configurado los derechos humanos, en su formulación actual, como desarrollo progresivo hacia una meta hoy indiscutible e irrenunciable. Su conocimiento nos proporcionará, en parte, las claves de los problemas existentes en nuestros días en torno a este tema.
Fuente: Temas Clave de Aula Abierta Salvat – Derechos humanos. Publicado en el año 1981
Autora: Clara Barreiro Barreiro