Ocurrió hace unos cuantos años. Estaba olvidado en el fondo de mi memoria y lo acabo de recuperar hace un momento. Aún estaba soltero pero ya tenía novia, la que hoy es mi mujer. Eran las nueve de la noche y estábamos un grupo de amigos, diez en total, entre chicas y chicos, tomando unos ribeiros. Entramos en el Eslava, uno de los bares que visitábamos habitualmente. El camarero puso alineadas las 10 tazas sobre el mostrador y empezó a llenarlas de izquierda a derecha. Cuando terminó de llenar la quinta le dije:
– Espera, no llenes más. Os voy a proponer un problema… ¿Cómo haríais para colocar alternativamente una taza con vino y otra vacía moviendo sólo cuatro tazas?
Me miraron con sorna. La mayoría pensó: «Ya está Fabri con sus desafíos». Nadie se atrevió a resolver el problema, así que tuve que solucionarlo yo.
– Sólo hay que permutar entre si las tazas segunda y séptima y, a continuación, la cuarta con la novena – les dije.
Manolo, estudiante en esos momentos de Lenguas Hispánicas en la Universidad de Santiago, nos sorprendió a todos al decirnos:
– Yo sería capaz de hacerlo moviendo sólo dos.
¿Y tú? ¿Cómo resolvió Manolo el problema?
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Solución
Los que no sean capaces de resolver el problema o quieran comprobar si su solución es válida, pueden leer lo que viene a continuación:
Manolo, haciendo honor a sus estudios, utilizó una pequeña trampa de tipo verbal. Cambió continente por contenido. Explicó que lo único que había que hacer era vaciar el contenido de la segunda taza en la séptima y, a continuación, el de la cuarta en la novena.