El silicio, el segundo elemento químico más abundante en la naturaleza (el primero es el oxígeno), es un metaloide o no metal perteneciente al grupo de los carbonoideos. Se utiliza en aleaciones, en la industria de la cerámica técnica, y por sus capacidades semiconductoras, en la industria electrónica y microelectrónica para la fabricación de chips.
Hace diez años, Andre Geim y Konstantin Novoselov, premios Nobel de Física, sintetizaron un nuevo producto, el grafeno, un material muy resistente, transparente y de gran flexibilidad. Es enormemente fino, de hecho sólo tiene dos dimensiones, largo y ancho, ya que las láminas que lo conforman tienen el grosor mínimo posible, el de un átomo.
Otra de las características que lo distingue es su alta capacidad de conducción eléctrica. Es capaz de transportar la electricidad a una velocidad cien veces más rápida que el silicio. Además es enormemente barato y abundante, ya que se obtiene del grafito, el mismo material que se utiliza para construir las minas de los lápices. Y, lo mejor de todo para los tiempos en los que vivimos, no es contaminante.
La industria está esperando con anhelo el nuevo material. Se podrá utilizar en la fabricación de pantallas táctiles flexibles (como la que ya ha construido la Universidad Sungkyunkwan de Seúl), que se podrán enrollar como si tratase de un folio de papel, así como microchips diez veces más rápidos que los actuales de silicio. Sólo falta la producción a gran escala del grafeno. En pocos años, este material revolucionará el mundo.
Escribí el texto anterior hace poco más de cuatro años. Ahora, tras leer El grafeno quiere salir del laboratorio en El País, lo acabo de recuperar del fondo del baúl. A pesar de los años transcurridos desde su descubrimiento, diez como indicamos más arriba, este portentoso material sigue siendo una promesa. Se ha escrito mucho sobre él, se han publicado unos cuantos tratados científicos sobre el grafeno, sobre todo en Europa, pero son grupos, residentes en los grandes países asiáticos, los que se han preocupado por registrar patentes que permitirán utilizar el producto en teléfonos móviles, baterías o paneles solares, entre otros objetos.
Al grafeno le acompañan en estos momentos materiales similares, también bidimensionales. Esperemos que esté próxima la utilización del grafeno y allegados en la fabricación de los objetos citados. Son muchos los expertos que se aventuran a afirmar que ello contribuirá al desenvolvimiento de una nueva industria ecológica, con los ordenadores y dispositivos móviles a la cabeza.