La crisis económica viene acompañada de un cambio de forma de vida propiciado por las circunstancias, lo sabemos todos. Se dice, se comenta, se aventura, que nunca más los ciudadanos normales, con unos ingresos medios, podrán consumir sin tiento, comprar productos innecesarios, viajar y gastar, salir de juerga todos los fines de semana…
Pero hay algo más, en algunos medios, foros y conversaciones públicas y privadas, se habla de que la sociedad está experimentando un cambio brusco a la hora de la distribución estamental de los ciudadanos, motivado por el flujo en un único sentido de la riqueza. Los más agoreros se atreven a decir que desaparecerá la clase media de nuestra sociedad, que sólo habrá pobres y ricos, con pobres cada vez más pobres y ricos cada vez más ricos.
Los resultados de una encuesta del Banco de España, realizada a finales del año 2010, sobre las finanzas de las familias españolas vienen a confirmar lo expuesto anteriormente. Las familias eran, y siguen siendo, más pobres que en el año 2005, su riqueza había disminuido un 6,1%. Sospechamos que el valor se ha incrementado. Dicen que uno de los principales activos, la construcción de viviendas, ha experimentado un decremento del 4,1%. Una prueba de ello la tenemos en el elevado número de ellas que están a la venta, a precios muy rebajados. Sobre todo en zonas turísticas. Particulares, y sobre todo entidades bancarias, quieren recuperar parte de sus inversiones.
Pero, los datos anteriores, se refieren a los ciudadanos encuadrados dentro de lo que se ha dado en llamar y aún se llama clase media, los ricos, los que más tienen, no han perdido sino todo lo contrario, sus riqueza se ha incrementado un 6,5%. ¿Qué ocurrirá en el futuro, seguiremos en el mismo camino, pérdida para unos y ganancia para otros? ¿Desaparecerá la clase media? Esperemos que no, que todo vuelva a su estado, al que marcaba las formas de vida anteriores a la crisis. Para ello, para volver a ese estado, tendrán que pasar muchos años. Y lo que está claro que nada será igual.