No es la primera vez que lo decimos en estas páginas: «el arte no tiene límites». No importa el medio, ni la arquitectura utilizada, ni el material o materiales en los que se plasma, lo que sí importa es lo que anida en la mente de los artistas. Una prueba de ello es lo que descubrimos en las creaciones de Corey Corcoran, un hombre capaz de convertir una seta en una obra de arte. Sus dibujos nos descubren complejas escenas, con manos y pies que se combinan con flores, hojas, ramas y raíces. Tal vez, si estuviesen hechos sobre un tapiz no alcanzasen tal singularidad.
Lo que no sabemos es si el soporte de cada una de estas obras está tratado químicamente. Si no es así, serán de corto recorrido, el paso del tiempo se ocupará de destruirlas y convertirlas en el polvo del que proceden. Mientras tanto, disfrutemos visitando la web de Corey Corcoran.