Nuestra tierra es famosa por múltiples motivos. El paisaje de Galicia, sus playas, sus casas rurales, sus monumentos, su gastronomía… es único, y no lo decimos sólo los gallegos. La lista de los que les encanta nuestra tierra es interminable.
Hoy queremos jugar con el buen yantar, ese que disfrutamos de vez en cuando, cuando la economía nos lo permite. A mi me encanta el marisco, me gusta el centollo (mejor si es centolla), los percebes, las ostras y, también, ¿por qué no?, las gambas. Por ello es de agradecer que de vez en cuando nos reunamos los amigos para disfrutar de una comida.
La comida
Hacía mucho tiempo que no nos veíamos. Para celebrarlo, Felisa, nos llevó a «La Barra» y nos invitó a una «mariscada». No os voy a contar como estaba todo de bueno, de apetitoso, sólo quiero proponeros un desafío, una prueba matemática asentada sobre la lógica. Este es…
Nos sentamos a la mesa y Felisa dijo:
— Cada uno que pida el marisco que más le apetezca.
El camarero nos trajo gambas, percebes, ostras y un centollo.
* Luis está sentado enfrente de quien eligió las ostras.
* Antonia se situó frente a Felisa.
* Yo me puse a la derecha de la persona que pidió percebes.
* Felisa nos miraba a todos feliz. Cuando terminó de comer en su plato sólo quedaban los restos de las gambas.
¿Qué marisco elegimos cada uno?
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Solución
Los que no sean capaces de resolver el problema o quieran comprobar si su solución es válida, pueden leer lo que viene a continuación:
Debo aclarar, antes de explicaros la solución, que la comida fue deliciosa. No lo digo por fastidiar (ni por fardar). Ya pasaron varios años desde aquel día, pero la recuerdo como si fuese ayer, no sólo por los manjares que disfrutamos sino por las relaciones que manteníamos todos los que nos sentamos a la mesa. Tal vez algún día la repitamos y recordaremos tiempos pasados. La nostalgia se apoderará de nosotros…
Esta es la solución
Está claro que Felisa comió gambas. Luis se sentó enfrente de mí ya que Antonia lo hizo enfrente de Felisa, por tanto yo comí ostras. A mi derecha tenía a Antonia que, ¡conclusión lógica!, comió percebes. Por último, Luis se comió el centollo.