Los seres vivos están construidos fundamentalmente por compuestos de carbono, nitrógeno y fósforo, existiendo en los mismos por cada parte de fósforo quince de nitrógeno y cien de carbono.
El carbono inorgánico de la atmósfera (en forma de dióxido de carbono) o disuelto en el agua (en forma de bicarbonato principalmente) es incorporado por las plantas terrestres y las algas, realizándose además entre atmósfera y agua un intercambio recíproco.
De dichos productores pasa en forma de compuestos orgánicos a los consumidores y luego a los descomponedores, o bien directamente a estos últimos. La respiración de productores, consumidores y descomponedores lo devuelve de nuevo en forma de dióxido de carbono a la atmósfera o al medio acuático.
La combustión
Una devolución adicional a la atmósfera se produce a través del proceso no biológico de la combustión, tanto por el uso intencionado de la madera, carbón o petróleo, como por los incendios de bosques o edificios.
En determinadas condiciones, el carbono se va del ciclo, debido a la deposición de materia orgánica como turba, carbón, petróleo, o la de conchas y caparazones en forma de rocas carbonadas. Además, algunas plantas acuáticas liberan carbonato cálcico como subproducto de la fotosíntesis.
Estos carbonatos precipitados se mezclan con la arcilla formando margas que con el tiempo se pueden compactar y formar calizas. Este carbono puede retornar también a la atmósfera, aunque mucho más lentamente, mediante la desintegración y la disolución de las rocas carbonadas. la combustión del carbón y petróleo y la actividad volcánica.
Las plantas y los animales
Las plantas y animales de la biosfera reciclan anualmente del 0,25 al 0,30% del carbono presente en el dióxido de carbono atmosférico y en los bicarbonatos y otros compuestos que se hallan en los océanos, lo que equivale a que se recicle todo este carbono otra vez cada trescientos o cuatrocientos años.
El intercambio de dióxido de carbono de la atmósfera con el mar es bastante lento. Por ello, para intervalos cortos de tiempo podríamos considerar los ecosistemas acuáticos y terrestres separadamente.
Entonces tendríamos en ellos ciclos más rápidos: el dióxido de carbono atmosférico circularía en unos ocho años, puesto que las plantas y animales reciclan cada año el 12% del dióxido de carbono de la atmósfera. Por tratarse de un ciclo relativamente rápido, serán fácilmente apreciables las perturbaciones que el hombre introduzca.
La atmósfera
Así, por ejemplo, la inyección por parte del hombre de dióxido de carbono en la atmósfera procedente de la utilización de combustibles fósiles o de la madera de los bosques supone un fuerte incremento en el contenido de este gas.
Desde 1880, el contenido en dióxido de carbono de la atmósfera se ha incrementado en un 14%. De aquí se podrían derivar cambios climáticos, ya que el dióxido de carbono (conjuntamente con el vapor de agua) actúa como pantalla de manera que permite el paso de la luz, pero obstaculiza el retorno del calor irradiado por la superficie terrestre al espacio (efecto de invernadero).
De no existir este efecto se calcula que la temperatura media de la Tierra sería de -23ºC en vez de los 15ºC que presenta en la actualidad. Las repercusiones de los cambios del contenido de dióxido de carbono atmosférico son impredecibles, puesto que cuestiones como un aumento de temperatura dependen de múltiples factores además de éste.
El hombre mismo está produciendo un aumento del albedo (lo que iría en el sentido de disminuir la temperatura) con la presencia creciente de partículas en suspensión fruto de las actividades agrícolas, industriales y urbanas y de la nubosidad. El desequilibrio entre todos estos factores puede desencadenar cambios climáticos.
Fuente: Temas Clave de Aula Abierta Salvat – Ecología. Publicado en el año 1982
Autora: María Rosa Miracle