El caso es harto singular. Ocurrió en un hospital de Texas hace ya algún tiempo, en septiembre del año 2013, pero ello no impide que lo traigamos aquí ahora, sobre todo por su singularidad. Un hombre de 61 años de edad estaba mareado, no era capaz de mantenerse en pie. Tras un examen previo, las enfermeras decidieron realizarle una prueba de alcoholemia y descubrieron que la concentración de alcohol en sangre era del 0,37 por ciento, es decir, cinco veces el límite legal para conducir un vehículo en el estado americano. El hombre juró y perjuró que no había probado el alcohol durante ese día. ¿Cómo es esto posible?
Producción de cerveza en el intestino
Ya no era la primera vez que le ocurría algo parecido. Su mujer contó al decano de enfermería del Panola College, en Carthage (Texas), que en una ocasión, estando en la iglesia un domingo por al mañana, su marido había mostrado todos los síntomas de una profunda borrachera sin haber bebido nada. Tras estas declaraciones y el caso del mareo en el hospital, los facultativos decidieron realizar un examen exhaustivo con el fin de encontrar las causas.
Aislaron al hombre durante 24 horas, sin que pudiese acceder a ningún tipo de bebida alcohólica. Le proporcionaron alimentos ricos en carbohidratos y descubrieron, después de realizarle varios análisis durante el día, que el nivel de alcohol en sangre era del 0,12 por ciento en un momento determinado. Los doctores que se ocupaban del estudio descubrieron cual era la causa de tal despropósito: un exceso de levadura de cerveza en sus intestinos.
El hombre, sin saberlo, fabricaba (y consumía) cerveza en sus entrañas. Tenía una infección producida por Saccharomyces cerevisiae (conocida como levadura de cerveza), así, cuando bebía o comía algo que contenía fuertes dosis de almidón, como pan, pasta o soda, la levadura fermentaba los azúcares y los convertía en etanol, provocando la borrachera. El hombre era capaz, sin saberlo, de fabricar cerveza en su intestino.
Un caso extremadamente raro, que provoca cierto escepticismo pero que, al parecer, quedó demostrado que es posible. Así que si a ti te pasa lo mismo o conoces a alguien en esas circunstancias, ya sabes lo que tienes o tiene que hacer, efectuar un análisis con el fin de comprobar si aloja en su organismo (intestino) la conocida levadura, la Saccharomyces cerevisiae.
Hemos encontrado la información para escribir este artículo en The Salt y, visto su interés, lo compartimos con todos vosotros.