A mi amigo Felipe siempre le gustó jugar. Es capaz de apostar en cualquier momento y por cualquier motivo. Aún recuerdo el día que le jugó a su novia una cena que ganaría el que tuviese la suerte de que, en cinco minutos, pasasen por delante de sus «narices» más hombres (Felipe) que mujeres (su novia). Ganó Ernestina. Así se llama la novia de Felipe.
Felipe es profesor de matemáticas. Cuando sale de trabajar, entre las 2 y media y las 3, se sube al primer autobús que llega a la parada. Uno le lleva a su casa y el otro al cementerio y… ¡Suerte! Al cementerio va sólo unas tres veces al mes. ¿Cómo es esto posible?
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