La historia no es nueva, tiene más de dos años. Ocurrió en Australia, en pleno verano. Un koala sediento bebió tres botellas de agua en el mes de enero del año 2013, en la zona suburbana de Adelaide. El animal estaba subido a un árbol, cuando una pareja, mujer y hombre, paseaban bajo el sol. El calor apretaba. La mujer y su marido tomaron algunas fotos, y el koala, tal como cuenta ella, parecía asustado.
La historia del koala sediento
El koala, subido a un árbol, miraba para la señora. Ésta echó un poco de agua en la palma de su mano y le dio de beber. Pero al parecer no fue suficiente, quería más. La temperatura seguía subiendo y el koala no estaba satisfecho. No se resistió y venció sus temores. Se bajó del árbol para que la señora le diese más agua. Lo hizo sin aspavientos, con gran sigilo y mirando de reojo al marido.
Se puso a pasear al lado de la señora. La pareja dirigía sus pasos hacia el coche que los había llevado hasta el paseo. El koala sediento no lo dudó, quería más agua, e intentó subirse al vehículo.
Cuenta la señora que miró por la ventanilla y allí estaba el koala. Abrió la puerta y éste le pidió más agua. Su sed era intensa. El calor apretaba más, algo habitual en esta época del año. La señora lo fue engañando y llevando hacia otro árbol, ya que el animal corría un gran peligro si seguía sobre el asfalto. Para el engaño tuvo que continuar dándole agua, directamente desde una nueva botella. El animalillo cogía el recipiente con sus patitas delanteras para no perderla de vista y beber con fruición.
Se bebió completamente el contenido de la segunda botella, pero aún tenía más sed porque movía una de sus patas delanteras demandando más líquido. Fue una hora intensa, de infinita ternura, en la que el koala sediento se bebió tres botellas de agua.
Fuente del artículo y foto | Adelaide Now