En el mundo en el que vivimos, el que nos ha tocado vivir, el mito de la eterna juventud está presente en múltiples estados y experimenta constantes cambios. Todo lo que define lo que denominamos joven está en constante cambio, con diversos altibajos que lo llevan desde arriba hacia abajo, y viceversa. La sociedad lo incluye entre sus valores, la juventud marca el ser y el estar.
En la economía
Si nos ceñimos al aspecto económico, vemos la gran potencialidad que define a la edad juvenil. Resaltamos el trabajo de los jóvenes, sobre todo cuando se han decidido a encuadrarse en el grupo de los emprendedores, a embarcarse en el complicado estamento del empresariado. La publicidad nos presenta a la juventud como protagonista del consumo, son muchos los productos que van dirigidos a los hombres y a las mujeres jóvenes.
Las actuaciones de los jóvenes
Los filósofos, los periodistas, los psicólogos, los sociólogos y hasta los políticos, dirigen muchos de sus esfuerzos a satisfacer las expectativas de la juventud. Los movimientos juveniles, nacidos a mediados del pasado siglo, siguen estando en vigor. Y no sólo eso, también en el aspecto positivo, los jóvenes siguen siendo los productores de notables escándalos.
El trabajo y el desencanto
La sociedad de consumo los halaga al mismo tiempo que los rechaza como ciudadanos de pleno derecho. Cada vez es más difícil conseguir un trabajo, pero aún más cuando los protagonistas son jóvenes. La sociedad marca a muchos de ellos. Son rebeldes, revolucionarios, hedonistas, narcisistas y hasta violentos, lo que supone un rechazo para los que tienen la sartén por el mango, los que controlan la concesión de un trabajo. Fruto de este rechazo social surge el desencanto.
El peso de los jóvenes
Con el paso de los años la complejidad incrementa su intensidad. Los adultos, con su comportamiento, marcan el devenir. Los escándalos políticos entre otros desenfrenos, despiertan en la juventud los deseos de actuaciones purificadoras. Las masas siguen dejándose seducir por la sabia joven. Los jóvenes no solo aparecen en las vallas publicitarias, en los escaparates y en los spots, sino que también pasan a ser los protagonistas en muchas de las acciones que promueven.
La eterna juventud
La marca joven no se ha devaluado, y a pesar de que en algunos momentos ha perdido intensidad, en diversos escenarios se está iniciando su recuperación. Han sido y siguen siendo los héroes de la historia. En muchos, su rebeldía es la base que servirá como sustento de los nuevos tiempos. A pesar de que el paro sigue inundando a la juventud, la fuerza y el optimismo de los jóvenes es el alimento del futuro. La eterna juventud es una necesidad profesional, la que motiva a los jóvenes y a los no tan jóvenes.
A pesar del coronavirus
Estamos sometidos a un notable cambio en la sociedad, motivado por las acciones que ha provocando el coronavirus, el COVID-19, que no sólo acabó con la vida de muchas personas sino que también influyó negativamente en la economía. Ello no es óbice para que los jóvenes, para que la juventud, incidan notablemente en los procesos de recuperación. Nuestra esperanza está ahí.