No podemos desdeñar lo que trae consigo el comportamiento animal y de su incidencia en el nacimiento de una ciencia. De ahí el sentido que tiene el realizar un estudio, aunque sea muy reducido, sobre el origen y los pasos efectuados para conseguir lo que hoy sabemos.
Un dramático relato sobre los primates africanos se debe al prestigioso naturalista francés del siglo XVIII Georges Louis Leclerc, conde de Buffon, dice lo siguiente: «La ferocidad y apasionamiento de algunos monos es tal que los lleva a matar a los hombres negros que encuentran y a secuestrar a sus mujeres«.
Lo dicho constituye un claro ejemplo de la carga de subjetividad e interpretaciones supersticiosas que solían mezclarse en las descripciones del comportamiento de los animales hace ya algún tiempo, con más de un siglo por medio.
El nacimiento de la Etología
Hubo que esperar hasta el siglo XIX para que el espíritu científico, caracterizado por la objetividad, la actitud analítica y el método experimental, se impusiera también en esta parcela del conocimiento humano. Así nació la Etología (del griego ethos, comportamiento, costumbre, y logos, tratado), es decir, la ciencia del comportamiento animal.
¿Qué queremos decir cuando hablamos de comportamiento animal o de conducta animal, como prefieren algunos? Con estas palabras designamos el conjunto de actividades observables que el animal efectúa al relacionarse con su medio ambiente. Así, son ejemplos de comportamiento el salto que da el leopardo desde su rama para cazar una gacela, o la veloz carrera que ésta emprende para evitar el ataque del felino.
El comportamiento de un animal
¿Qué tienen en común el conjunto de actividades que constituyen el comportamiento de un animal? Todas ellas se deben al funcionamiento de unas eficientes máquinas de producir movimiento, los músculos. Y los músculos se mueven gracias a las órdenes precisas y coordinadas que les envía el sistema nervioso.
Éste, el sistema nervioso, por su parte, necesita estar bien informado de lo que ocurre en el ambiente exterior para poder enviar las órdenes en el momento preciso, y tal información la obtiene por medio de los receptores sensoriales, cuya complejidad oscila desde simples células hasta complicados órganos, como los ojos y los oídos.
Conclusión
Por tanto, visto lo que hemos escrito, al investigar las causas del comportamiento, la Etología debe escudriñar también la fisiología del sistema nervioso, de modo que su campo de estudio enlaza, sin solución de continuidad, con el de la Neurofisiología.
Fuente: Temas Clave de Aula Abierta Salvat – El comportamiento animal. Publicado en el año 1982
Autor: Eduardo Cruells Monllor