Internet centra hoy una importante parte de su actividad en las redes sociales y servicios similares. Los adolescentes, los jóvenes y los maduritos, incluyendo también a los que ya tienen una edad avanzada, utilizan su ordenador, y sobre todo su teléfono móvil, para comunicarse y para descubrir nuevas sensaciones y, también, nuevos contenidos. La utilización de Facebook, Twitter, Instagram o Snapchat puede ser muy atractivo. Sirve para llenar momentos de ocio y para conocer a otras personas.
Ya hemos hablado en Internet y los menores de los riesgos que entraña la red de redes. Ahora queremos hacernos eco del estudio publicado hace ya más de cuatro años, pero que sigue vigente, por RSPH y el Young Health Movement, en el que se muestra el daño que pueden producir en la salud mental de los adolescentes las redes sociales. Instagram ocupa el lugar más destacado en este sentido. Los responsables del estudio piden ayuda para potenciar lo que es positivo y eliminar todo lo que afecta a los menores dentro de los medios indicados.
Los riesgos que supone el uso de las redes sociales
Shirley Cramer, de RSPH, dice lo siguiente: «Las redes sociales se han convertido en un espacio en el que formamos y construimos relaciones, se forma la identidad propia, nos expresamos nosotros mismos, y aprendemos sobre el mundo que nos rodea. Todo ello está intrínsecamente ligado a la salud mental«. Por ello hay que, como ya hemos indicado, arbitrar soluciones.
En todas las redes sociales se deben introducir modificaciones. Así los propulsores del estudio, RSPH y el Young Health Movement, arbitran algunas soluciones. Proponen que se creen advertencias emergentes, cuando se accede a alguno de estos espacios, en las que se informe de que no se debe abusar en su uso. Las redes sociales deben crear todo lo necesario para descubrir a los que están sufriendo problemas que afectan a su salud mental y tratar de ayudarles. Al ser Instagram el medio que mayores problemas crea, deberán buscarse soluciones para detectar las fotos que han sido manipuladas digitalmente y, si es necesario, eliminarlas de la plataforma.
A tener en cuenta
Es evidente que las medidas anteriores son necesarias, pero tenemos que añadir algo más. Los padres deben controlar a sus hijos, sobre todo cuando son menores de edad. No deben dejarlos a su libre albedrío, sin averiguar porque tienen comportamientos extraños, porque están decaídos, y se pasan las horas pendientes de su móvil. La educación en libertad no lleva implícita la libertad total.
Han pasado más de cuatro años de la publicación del estudio y los daños se han incrementado. Los adolescentes, los jóvenes menores de 18 años, deben tener en cuenta lo que está ocurriendo. Como tal vez no son capaces de cuidar y proteger su salud mental, sus padres o tutores deben preocuparse de ello y evitar que se alcancen males irreversibles.