Sócrates nació en Atenas en el año 470 antes de Cristo. Desde muy joven llamó la atención por su gran lucidez, por la precisión de sus razonamientos, por su pensamiento claro y preciso. Se expresaba con soltura. Poseía una gran facilidad de palabra. Mostraba una fina ironía en sus discusiones con filósofos jóvenes. Nunca publicó sus ideas. Llegaron a nosotros gracias a Platón y a Jenofonte.
Lo que viene a continuación es un supuesto diálogo entre el maestro y otra persona, conocida del filósofo. Léelo, y si lo consideras necesario, analízalo, es lo mejor que puedes hacer. Seguro que no te arrepentirás.
Un día, un conocido de Sócrates, le dijo a éste:
– ¿Sabes lo que escuché acerca de tu amigo?
Este fue el diálogo que surgió:
– Espera un minuto, replicó Sócrates. Antes de decirme nada, quisiera que pasaras un pequeño examen. Yo lo llamo el examen del triple filtro.
– ¿Triple filtro?, preguntó el otro.
– Correcto, continúo Sócrates. Antes de que me hables sobre mi amigo, puede ser una buena idea filtrar tres veces lo que vas a decir. Es por eso que lo llamo el «Examen del triple filtro«. El primer filtro es la VERDAD. ¿Estás absolutamente seguro de qué lo que vas a decirme es cierto?
– No, dijo el hombre, realmente sólo escuché sobre eso y …
– Bien, dijo Sócrates, entonces realmente no sabes si es cierto o no. Ahora permíteme aplicar el segundo filtro, el filtro de la BONDAD. ¿Es algo bueno lo que vas a decirme de mi amigo?
– No, por lo contrario …
– Entonces, deseas decirme algo malo de él, pero no estás seguro de que sea cierto. Pero aún podría querer escucharlo porque queda un filtro, el filtro de la UTILIDAD. ¿Me servirá de algo saber lo que vas a decirme de mi amigo?
– No, la verdad que no.
– Bien, concluyó Sócrates. Si lo que deseas decirme no es cierto, ni bueno e incluso no me es útil, ¿para qué querría yo saberlo?
Con tu permiso lo he compartido en el FB de Historias de nuestra historia, mencionando la fuente, claro está
Aquel que caminaba por la vida sin presumir de conocimiento. Que no sabia ni leer ni escribir, pero que sabia más que sus semejantes. Se lo preguntaba todo y con la humildad por bandera. Grande Sócrates