La capa de hielo alojada en la Antártida es suficiente, si se derrite, para que los mares que bañan la superficie de la Tierra incrementen su volumen, lo que supondrá que el nivel de agua suba en una altura de sesenta metros. La pregunta actual se centra en que si este incremento de nivel se hará de manera rápida o lenta. Según lo que se muestra en la Revista Nature, con una análisis del balance de la masa de la capa de hielo de la Antártida entre 1992 y 2007, ha habido una disminución de la masa de hielo de alrededor de 3,3 billones de toneladas.
Está claro que la capa de hielo de la Antártida se está derritiendo a una velocidad mayor de la esperada, de la que se había dado hasta no hace muchos años. La masa de hielo licuada entre 1992 y 2007 ha supuesto que el nivel del mar haya subido 8 milímetros de promedio. La mayor pérdida se produjo en los últimos años, entre 2012 y 2017. Las pérdidas de hielo supusieron un total de 84.000 millones de toneladas entre 1992 y 2012, y de 240.000 millones de toneladas entre 2012 y 2017. Como vemos, muy superior en un periodo de solo cinco años, cuando la primera pérdida se refiere a 10 años.
Está claro que si el proceso no se corta y se continúa acelerando, traería consigo un notable incremento en el nivel del mar. Se sabe que el mayor derretimiento se ha producido en la Antártida occidental, en donde los glaciares se asientan sobre aguas oceánicas. Ello se debe a que la temperatura de éstas se ha incrementado y se sigue incrementando.
El gigante dormido, la Antártida, tal como lo denomina el profesor de ciencias climáticas Chis Rapley, del University College de Londres, se está despertando. En ello inciden la quema de combustibles fósiles, que incrementan la temperatura de las aguas marinas, lo que produce un aumento de volumen. Los glaciares se derriten y contribuyen así mismo al incremento de las aguas marinas.
Aunque las capas de hielo en la Antártida y en Groenlandia están todavía protegidas por los glaciares, cuando estos colapsen el nivel del mar crecerá aún más rápidamente. Habrá que evitar la emisión de gases de efecto invernadero, impidiendo que la temperatura terrestre se siga incrementando. Si no se toman medidas para evitar esta emisión, todos tendremos que estar preocupados. El cambio climático debe ser nuestra preocupación, y sobre todo la de nuestros gobernantes, y tratar por todos los medios de evitar su notable incidencia.