Las células más complejas, como las de nuestro cuerpo, delegan algunas funciones en orgánulos presentes en su interior. Por ejemplo, la respiración celular tiene lugar en unos orgánulos especiales llamados mitocondrias. La fotosíntesis, o proceso de asimilación de la energía solar por las plantas verdes, tiene lugar en unos orgánulos llamados cloroplastos.
Sobre algunos orgánulos
Las mitocondrias y los cloroplastos tienen información propia, necesaria para dirigir la síntesis de algunos de sus componentes esenciales, pero insuficiente para dirigir la síntesis de todos sus componentes. Estos orgánulos no son autónomos, su reparación y multiplicación exige la colaboración del sistema principal de memoria de la célula, contenido a su vez en un orgánulo especial: el núcleo.
Tampoco el núcleo es autónomo, por carecer del aparato necesario para ejecutar las numerosas instrucciones que contiene. Los demás orgánulos celulares carecen de información propia y, por
tanto, su mantenimiento y reproducción dependen completamente del sistema principal de memoria.
La célula como elemento primordial
Solamente la célula completa puede llevar una vida autónoma, porque sólo ella dispone de la información suficiente para sintetizar todos sus componentes y del sistema operativo necesario para ejecutar las instrucciones que contiene.
El sentido de los virus
Los virus son curiosos objetos, mucho más pequeños que las más diminutas células, que se encuentran en el límite entre lo vivo y lo no vivo. Un virus consta de un sistema de memoria rodeado de una cápsula protectora.
A diferencia de las mitocondrias, la información del virus es suficiente para duplicar todos sus componentes, memoria incluida. A pesar de ello, el virus es un objeto inerte por carecer de sistema operativo.
Cada tipo de virus puede infectar una clase determinada de célula. Una vez en su interior, el virus utiliza el sistema operativo celular para expresar su información propia. Entonces, la célula fabrica numerosos ejemplares del virus inicial bajo la dirección de la información viral.
En otros casos, la memoria del virus se integra en la memoria celular y se duplica con ella sin expresarse durante numerosas generaciones. Eventualmente, la memoria viral se independiza y expresa. El resultado es que la progenie viral no aparece en la célula que sufrió la infección sino en un lejano descendiente suyo.
Conclusión
El sistema de memoria de un virus que ataca bacterias está inscrito en un largo filamento. Está claro que el virus no es autónomo por no disponer de aparato metabólico capaz de interpretar y ejecutar instrucciones. De ahí el sentido que tiene el título de este artículo: en donde está el límite de lo vivo. El virus define este límite.
Fuente: Temas Clave de Aula Abierta Salvat – Biología hoy Publicado en el año 1981
Autor: Juan Ramón Medina Precioso