Es así, la contaminación que nos invade y que no tratamos de solucionar, convierte nuestro cuerpo en un almacén de microplásticos. Lo normal es que cada persona consuma entre 74.000 y 121.00 partículas de microplásticos al año. Y puede darse la circunstancia de que el consumo sea aún superior.
Desde hace tiempo existe una gran cantidad de plástico como material que se utiliza para contener un enorme número de productos. Todo ello gracias a que se trata de un material que tiene un peso pequeño, que es totalmente moldeable, y que dura mucho tiempo. Pero ello no significa que se deba utilizar sin control, tal como ocurre actualmente. Se trata de un material que termina en lugares no deseados, entre los que se incluye nuestro cuerpo. Según nu estudio reciente los humanos consumimos una ingente cantidad de microplásticos.
El estudio ha sido publicado en la revista Environmental Science & Technology. Kieran Cox, un estudiante candidato al doctorado en biología marina en la Universidad de Victoria en Canadá y uno de los autores del estudio, ha dicho lo siguiente: «Los microplásticos, según el tipo de definición de trabajo actual, son plásticos de menos de cinco milímetros. Por lo tanto, la gente suele equiparar eso con algo como un grano de arroz o una semilla de sésamo en términos de tamaño. Diré que la mayoría de los microplásticos con los que interactúan las personas son bastante más pequeños que el tamaño de las semillas de sésamo, que creo que siempre son una especie de shock cuando empezamos a hablar de los números porque no se pueden ver«.
La procedencia de los microplásticos es variada, desde piezas desprendidas de plásticos más grandes hasta haber sido diseñadas con el tamaño que poseen. En el estudio, Cox y su equipo, reunieron información científica que calcula la cantidad de microplásticos en los productos que comúnmente consumimos, como agua del grifo y embotellada, azúcares, mariscos, e incluso en el aire que respiramos. Con ello dedujo la cantidad de microplásticos que consumimos. No pudieron incluir otros productos de consumo habitual, por lo que solo han hecho el estudio en un 15 por ciento de los alimentos que ingerimos cada día.
Las personas que beben agua embotellada en vez de agua del grifo consumen una cantidad todavía mayor de microplásticos. Lo que no se sabe aún con certeza es la incidencia de este consumo en nuestras vidas. Habría que llevar a cabo un estudio más completo y preciso, según los autores del mismo, pero lo que es evidente es que el riesgo está ahí.