Las llamadas enfermedades de la vejez son aquellas que están ligadas de forma especial a las alteraciones progresivas e irreversibles de la edad y que, por tanto, se elevan al final de la vida.
Su estudio y tratamiento es el objeto de la Geriatría, que de un modo más amplio ha sido definida por el famoso geriatra William Ferguson Anderson como «la rama de la Medicina que se ocupa de la salud de la población anciana, en los aspectos clínicos, sociales, preventivos y terapéuticos de las enfermedades seniles».
La menor disposición de medios económicos, el vivir en el medio rural y un bajo grado de instrucción favorecen su aparición. Aunque todas las enfermedades pueden ser padecidas por el anciano, pasaremos revista sólo a las más frecuentes e importantes.
Enfermedades cardiovasculares
En primer lugar se encuentran las llamadas enfermedades cardiovasculares y, sobre todo, los accidentes cerebrovasculares. En conjunto representan alrededor del cincuenta por ciento de las causas de mortalidad del anciano, afectando más a las mujeres que a los hombres.
Aunque su etiología y patogenia no están del todo aclaradas, se sabe que la ateroesclerosis juega un papel fundamental. Indudablemente la ateroesclerosis es la enfermedad más frecuente en la vejez y puede manifestarse en cualquier localización, tanto en el corazón, en forma de coronariopatía que da lugar a un infarto, como en el cerebro, ocasionando un síndrome de insuficiencia cerebrovascular (dolor de cabeza, vértigo, mareos, pérdida de memoria y otros síntomas), bien de forma transitoria o en la forma más grave de trombosis o hemorragia.
La coronariopatía también puede ser de localización abdominal, afectar al riñón o a las extremidades. La manera más inteligente de luchar contra ella es prevenir los llamados factores de riesgo. Entre otros: el aumento de grasa en la sangre (sobre todo, de colesterol), el aumento de la tensión arterial, la obesidad, el stress, la vida sedentaria, el tabaco, el alcohol, la diabetes y el ácido úrico.
Los tumores
En segundo lugar en importancia se encuentran los procesos neoplásicos (tumores), cuya incidencia es mucho más elevada en las personas de edad que entre la gente joven, con una prevalencia de las afecciones tumorales malignas que se ha calculado del orden de los 700 a los 1.000 por cada 100.000 habitantes.
Los traumatismos
En tercer lugar se encuentran los traumatismos, que producen con una frecuencia extraordinaria fracturas en las personas de edad (el 90 por 100 de ellas). Aunque no se ha llegado a una conclusión definitiva todavía, parece que es la osteoporosis (disminución de la masa ósea) la principal causa de que las caídas de los viejos les produzcan tantas fracturas.
Los trastornos mentales y la malnutrición
El siguiente lugar en importancia lo ocupan los trastornos mentales. Por último. la malnutrición, sobre la que se ha llegado al acuerdo de que juega un papel fundamental en la salud de las personas mayores.
Las enfermedades geriátricas
¿Qué características especiales tienen las enfermedades geriátricas? Lo primero que llama la atención es la polimorbilidad, es decir, la coincidencia de varias enfermedades en un mismo individuo. La sintomatología suele ser poco llamativa e incompleta. Así. podemos encontrar una meningitis sin que aparezca de forma evidente su síntoma más importante, la rigidez de nuca.
Además, la sintomatología es atípica, pudiendo encontrar infecciones que cursan sin fiebre o infartos sin dolor. Los tumores presentan a menudo una progresión lenta y poco dramática, con dolor menos vivo que en el adulto. Si a esto añadimos que les viejos, e incluso sus familiares, suelen banalizar las molestias, el diagnóstico se presenta en ocasiones muy difícil.
Otros males
En Geriatría hay que tener en cuenta, además, los llamados signos físicos desorientadores, que justifican
el examen periódico del enfermo. Por ejemplo, los reflejos abdominales, lo mismo que los osteotendinosos, suelen estar ausentes.
Finalmente, la respuesta mental de los ancianos es totalmente distinta a la de los jóvenes. En estos últimos el síndrome febril es frecuentemente una situación orgánica conocida, que da lugar a un cuadro delirante; en cambio, en la vejez es mucho más común la aparición de un síndrome de confusión o decrepitud menta! que la de un auténtico delirio, y suele presentarse en multitud de procesos, desde una intoxicación o una deshidratación a cualquier otro de tipo maligno.
Estos cambios inesperados de la función intelectual, como es el caso del Alzheimer, son muchas veces los primeros signos de que algo marcha mal, y será obligatorio aplicar todos los métodos diagnósticos para encontrar la causa y tratarla adecuadamente, en el caso de que exista una solución, aunque sea parcial. En principio, habrá que rechazar el diagnóstico de insuficiencia cerebral senil, que sólo debe hacerse por exclusión de otros procesos orgánicos.
Fuente: Temas Clave de Aula Abierta Salvat – La vejez y sus mitos. Publicado en el año 1982
Autores: Jesús Sánchez Caro y Francisco Ramos