Para llegar a entender el «lenguaje» en que nos habla la Tierra, el hombre ha de aplicar toda una serie de técnicas y seguir un determinado proceso o método de trabajo.
La primera técnica que se utilizó, y que todavía es básica, fue la observación directa, sin ayuda de instrumental ni accesorio alguno. Así, se observó, por ejemplo, el carácter cíclico de las estaciones, los sedimentos depositados por un río después de una crecida, las dunas generadas por la acción del viento, los efectos de los terremotos, la extensión superficial en la que aparecían determinadas rocas, y más.
El trabajo de los geólogos
En la actualidad, este método de observación directa es el utilizado por el geólogo de campo, ayudado, en este caso, de algún instrumental básico, tal como lápiz, papel, martillo, brújula y clinómetro, que le servirán para anotar las observaciones y efectuar la toma de muestras.
La observación es auxiliada, cada día más, por instrumentos y medios técnicos cada vez más precisos y complejos: aviones (foto aérea), rayos infrarrojos, barcos (dragados), sondeos (perforaciones), microscopio (análisis visual de la roca), drones, y más.
Los fenómenos geológicos
El paso siguiente a la observación es la medición y cuantificación de las características de los fenómenos y hechos geológicos. Estas mediciones han de ser lo más objetivas posibles, y para ello hay que ayudarse de toda una serie de instrumentos y medios que van desde una simple cinta métrica o una brújula, para medir direcciones de las capas y pliegues en las rocas, hasta sismógrafos, aparatos para la medición de la intensidad de terremotos o sismos, y otros aparatos que miden la radioactividad de las rocas, la gravedad o el magnetismo. Pasando por análisis físicos (tamización, contaje de granos, formas, etc.) y químicos.
Los mapas
Una vez que se tienen ya cuantificados y caracterizados, los datos han de localizarse en el espacio físico terrestre, es decir, hay que darles una situación geográfica, que se lleva a cabo por medio de una abstracción, el mapa, mediante técnicas de proyección geométrica de la superficie de la Tierra (tridimensional) sobre un plano (bidimensional).
Los mapas servirán, por tanto, para localizar geográficamente cualquier característica de la Tierra gue se quiera representar (clima, vegetación, etc.). Así, si sobre el mapa topográfico, en el que se encuentra representado el relieve mediante curvas de nivel, se dibujan las características geológicas de la superficie terrestre, se obtendrá el mapa geológico, que está completado por una serie de datos y símbolos que facilitan su comprensión.
Ubicación en el tiempo
La situación geográfica de los fenómenos necesita acompañarse de otro dato básico: de su ubicación en el tiempo. En una palabra, de su datación, y para ello hay que determinar su edad, que en Geología se hace mediante los llamados «relojes geológicos», tales como fósiles (edad relativa) y radioactividad (edad absoluta).
A continuación, una vez que se tienen los datos característicos y éstos se han situado en el espacio y en el tiempo, se puede dar un paso más: la reconstrucción de los hechos, que se ayuda en esta fase de principios, hipótesis, teorías, experimentación en modelos de laboratorio, etc.
Fuente: Temas Clave de Aula Abierta Salvat – La Tierra, planeta vivo. Publicado en el año 1981
Autores: César Casquet, Jorge Morales, Mercedes Peinado, Manuel prieto y Antonio Rivas