El otro día leí un chiste, no recuerdo dónde, en el que un muchacho acudía al médico para contarle sus problemas de salud: «Doctor, me duelen los ojos. Experimento un continuo hormigueo en los dedos. Habitualmente ando encorvado. Me aqueja durante muchas horas un total desasosiego. ¿Qué tengo doctor?». Respondió el médico: «Lo que usted tiene es un iPhone».
Al parecer lo anterior es cierto, tal como han explicado un grupo de investigadores de la Universidad de Worcester. La conclusión es clara y concisa: si estás estresado, apaga el móvil. Hay una relación entre el número de veces que una persona comprueba los mensajes de su teléfono inteligente y el nivel de estrés.
Si eres una de esas personas y llegas al caso extremo, al modo super-estrés, notarás extrañas vibraciones que provienen de tu dispositivo, como si éste estuviese hirviendo y te trasmitiese su energía negativa. Compraste tu móvil con el fin de conseguir una mejor gestión de tu vida virtual, y también real, pero puedes llegar a perder el control cuando el nivel de exigencia alcanza elevadas cimas. No lo dudes, si llegas a ese extremo, apaga el teléfono y olvídalo en un cajón de la cómoda.