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Gobernados y gobernantes: el punto de partida

Aunque todos debemos respetar las normas establecidas en una democracia, está claro que los gobernantes son los que controlan y los gobernados los deben cumplir con lo establecido. Por ello es muy importante elegir a las personas que han de gobernar, seleccionando a las más capacitadas.

Gobernados y gobernantes: el punto de partida

La historia política de la Humanidad viene a confundirse con la sucesión de los distintos modelos de dominación que desde tiempo inmemorial unos hombres, los gobernantes, han ido imponiendo a otros, los gobernados. Desde el mismo momento en que surge el poder, se da, lógicamente, una división automática entre gobernantes y gobernados.

Aparece así la división de la comunidad entre aquel o aquellos que disponen del dominio y los que se someten, de grado o por fuerza, al criterio de los que gobiernan. La existencia del poder se hace, pues, realidad al encarnarse en una persona o en una institución.

En ambos casos, ya sea poder personalizado o poder institucionalizado, su efecto, capacidad de imponerse coactivamente, es el mismo, si bien la forma que adopte puede ser muy diferente: legitimado por los gobernados mediante su consentimiento (democracia), apoyado o ejercido en interés de un sector minoritario (oligarquía), o asumido por una sola persona (monocracia).

El poder

Conseguir una organización acabada en el ejercicio del poder, con órganos adecuados, distribución de funciones y articulación de controles, constituye el objetivo de todo régimen político. Este vendrá dado entonces por la forma concreta de organizar el poder dentro de un territorio o, si se prefiere, por el modo como se distinguen y se relacionan gobernantes y gobernados. Pero ¿cuáles son los órganos de un régimen político?

Toda vez que las comunidades políticamente organizadas fueron adquiriendo cierto grado de evolución, su gobierno iría diferenciando distintas áreas o modos de operar en la dirección de los asuntos públicos, a saber: una función de crear las normas de convivencia (leyes); otra, para ejecutar esas normas y hacerlas cumplir (capacidad ejecutiva o poder coactivo), y una tercera para dirimir los conflictos, de acuerdo con aquellas normas, entre los intereses contrapuestos dentro de la comunidad.

Esas tres grandes funciones dieron lugar a su vez a otros tantos órganos: el poder legislativo o Parlamento, el poder ejecutivo o Gobierno, y el poder judicial o tribunales de Justicia.

Las áreas del poder político

Delimitadas las áreas del poder político y sus órganos, cabe entonces preguntarse: ¿cómo se configuran? La Historia nos ofrece muchos y variados ejemplos. Retengamos los dos más próximos:

En primer término, la formulación autocrática de la desaparecida monarquía absoluta, que asumía todas las funciones ejerciéndolas unipersonalmente por derecho divino, o bien el poder personalizado de los dictadores contemporáneos.

En segundo lugar, la democrática, que confiere cada una de aquellas funciones a órganos distintos, formados por personas y procedimientos diferentes. En el momento actual, la fórmula más comúnmente aceptada, aunque no la más fielmente cumplida, es esta última, cuyas características básicas son la formación de Parlamentos por sufragio, la separación en grados diversos entre el Legislativo y el Gobierno, y la existencia de jueces independientes de los dos poderes anteriores.

Pero es claro que no basta con separarlos. Es preciso establecer unos controles, tanto entre gobernantes y gobernados, como entre los distintos órganos. A este respecto, la organización de consultas electorales periódicas es el más sobresaliente, aunque no el único.

Conclusión

De la combinación de estos factores resulta el régimen político. Y de las distintas variantes que una u otra combinación puedan producir surgen los diferentes tipos. De su comparación obtendremos una tipología que, aun siendo relativa, nos permitirá conocer las formas de organizar políticamente la comunidad.

Fuente: Temas Clave de Aula Abierta Salvat – Regímenes políticos. Publicado en el año 1981
Autor: Juan Luis Paniagua Soto

Fabriciano González

Amante de la informática y de Internet entre otras muchas pasiones. Leo, descifro, interpreto, combino y escribo. Lo hago para seguir viviendo y disfrutando. Trato de dominar el tiempo para que no me esclavice.

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