Todos sabemos lo que es el dolor. Lo tenemos en este momento o lo hemos padecido, en más de una ocasión, hace algún tiempo. También existe la posibilidad de que el dolor nos aqueje en un futuro. Lo peor de todo es padecer dolor crónico. La única forma de combatirlo, en la mayoría de los casos, es utilizando analgésicos, pero está demostrado que su consumo no es bueno para nuestro cuerpo. A la larga le afecta negativamente en varios aspectos.
Hasta ahora se han desenvuelto algunas investigaciones, centradas en la implantación de electrodos en el cerebro destinados a vencer el dolor profundo. Según científicos de la Universidad Lund de Suecia, estos ensayos no han tenido el éxito previsto, por ello han puesto en marcha un nuevo método.
Lo malo de la implantación de electrodos cerebrales
El gran tamaño de los electrodos en relación con las neuronas objetivo puede provocar que las neuronas cercanas también se estimulen, produciendo efectos secundarios como ansiedad, vértigo y problemas en la vista. La colocación de los electrodos en las ubicaciones adecuadas y posteriormente mantenerlos en su lugar, entraña grandes dificultades.
Otro de los problemas detectados es que los electrodos son más rígidos que el tejido cerebral que rodea a las neuronas. También, el sistema inmunológico los ha calificado como elementos extraños, y los ha cubierto con una capa de tejido cicatricial, anulando su funcionamiento.
El sentido de los microelectrodos
Como consecuencia de lo anterior, los investigadores de la Universidad Lund se han decantado por crear grupos tridimensionales de microelectrodos ultrafinos, que son muy suaves y flexibles. Cada grupo está contenido en una pieza en forma de aguja de gelatina biocompatible, totalmente dura en su inicio. Ello permite su inserción en el tejido cerebral, para que posteriormente se expandiese y disolviese.
En estudios efectuados con ratas, se comprobó qué subgrupos específicos de electrodos dentro de cada grupo terminaban en los centros de control del dolor del cerebro. Solo era necesario enviar una corriente eléctrica a esos electrodos para activar los centros sin producir ningún daño. Ello trae consigo el bloqueo de las señales de dolor con el fin de que no llegasen a la corteza cerebral, impidiendo su procesamiento.
A tener en cuenta
La estudiante de doctorado Matilde Forni, colaboradora principal del estudio, ha dicho lo siguiente: «Hemos logrado un bloqueo casi total del dolor sin afectar ningún otro sistema sensorial o habilidad motora, lo cual es un gran avance en la investigación del dolor. Nuestros resultados muestran que en realidad es posible desarrollar un alivio del dolor potente y sin efectos secundarios, algo que ha sido un gran desafío hasta ahora«.
Conclusión
El equipo de investigadores esperan que en un plazo máximo de entre cinco y ocho años se puedan utilizar los avances en seres humanos. Con ello será posible disminuir la mayoría de los dolores, los que se transmiten a través de la médula espinal.
NOTA: La imagen publicada en el artículo la hemos obtenido del artículo publicado por la Universidad Lund.