Internet se está convirtiendo, ya se ha convertido, en un medio indispensable para vivir conectados con lo que se está cociendo en el mundo. El correo electrónico propicia la comunicación inmediata, a través de texto e imágenes, entre personas próximas o alejadas en el espacio.
Los sistemas de mensajería instantánea, con gran éxito en estos momentos en los dispositivos móviles, permiten que, dos o más personas, intercambien sus opiniones en tiempo real, utilizando la escritura, la voz y la imagen.
Las páginas web guardan, en tamaño y variedad, una inconmensurable cantidad de información sobre todos los aspectos del saber, de la actualidad, del entretenimiento…
En los foros de debate, en decadencia ahora, y en los grupos de discusión podemos resolver nuestras dudas o exponer nuestras ideas y mostrar nuestros conocimientos.
Las redes sociales, sustitutas en parte de los chats, abren una puerta para conocer a nuevas personas, para mostrar las inquietudes, para hacer descubrimientos, de forma distendida.
Conexiones a Internet
Esta nueva vía de comunicación, a pesar de todo lo expuesto, está creando una barrera cultural, un distanciamiento, entre los que la utilizan y los que no.
En España, las conexiones a Internet, a pesar de un importante progreso en los dos o tres últimos años, dejan mucho que desear. La banda ancha aún tiene mucho camino por andar, y no satisface a una gran cantidad de usuarios, sobre todo en algunas zonas, en pequeños pueblos y aldeas.
Los proveedores del servicio no cumplen lo que prometen. Tenemos insufribles, y aún caras, conexiones de alta velocidad que, en muchos momentos, se confunden con las que fluían a través de los obsoletos módems telefónicos. Además son muchas las familias que no pueden permitirse el lujo de pagarse este capricho.
Internet para todos
Si no queremos que la brecha se agrande, si abogamos por un acceso social a la información, los gobiernos tienen que poner los medios para conseguirlo, aunque ahora no sea el momento por culpa del pernicioso COVID-19.
En algunos países se elaboran planes para que todos los ciudadanos tengan conexión inalámbrica a Internet. El resto, entre los que podemos incluir España, deben seguir por los mismos derroteros.
El acceso a Internet tiene que convertirse en un sistema similar al que hoy existe con la televisión en abierto: servicio gratuito de libre acceso. Cuando esto ocurra, podremos hablar de un medio para todos y no únicamente para algunos. ¿Cuánto tendremos que esperar?