Cuando alguien dispara a un objetivo necesita al menos fijar dos puntos para que la bala llegue al logra previsto: apuntar con precisión y que no le tiemble el pulso. Cuando el objetivo está estático, el que dispara es un experto y la distancia no es muy grande, los resultados suelen ser satisfactorios. En otros casos no siempre ocurre así, se falla el tiro porque no se ha apuntado con precisión, porque el objetivo está en movimiento o a una distancia excesiva. Pero de ahora en adelante, con las balas ideadas por la empresa Sandia National Laboratories, los fallos se van a acabar, tal como nos descubren en Yahoo! Noticias.
La citada empresa ha desarrollado una bala que siempre llega a su objetivo. Un rayo láser la guiará hasta el lugar previsto. De doce centímetros de longitud, lleva un microprocesador incorporado que le permite modificar su rumbo las veces que sea necesario para conseguir el éxito, que es impactar en el blanco. Si una bala normal puede desviarse hasta 10 metros de su objetivo cuando recorre un kilómetro, la nueva sólo se desviaría 6 centímetros. La tecnología ya se está utilizando en misiles, pero desde ahora podrá aplicarse, con algunas modificaciones, a las balas de pequeño tamaño.
Nadie puede negar el interés que suscitan los avances tecnológicos y la necesidad de que estos se produzcan. En este camino hacia la perfección siempre se cuelan procesos que nos producen rechazo. La consecución de la bala perfecta sólo tiene un fin: conseguir la muerte, con precisión milimétrica, de otra persona, el enemigo. Está claro que los pacifistas, los que no estamos de acuerdo con la violencia, no podemos aprobar este tipo de avances. Defendemos las investigaciones que tienen como fin la defensa de la vida no la consecución de la muerte. ¿O no pueden existir unas sin las otras?