Internet se está convirtiendo, ya se ha convertido, en un medio indispensable para vivir conectados con el devenir cotidiano, con lo que se cuece en el mundo. Se trata de un sistema ideal para estar a la última, aunque entrañe algunos riesgos cuando, sobre todo, no se utiliza como se debe.
El correo electrónico propicia la comunicación inmediata, a través de texto e imágenes, entre personas próximas o alejadas en el espacio. También sirve para contactar con empresas y una gran cantidad de servicios.
Los sistemas y aplicaciones de mensajería instantánea, sobre todo en los teléfonos móviles, permiten que, dos o más personas, intercambien sus opiniones en tiempo real, utilizando la escritura, la voz y la imagen. Son muchas las que están dominadas por estas apps, como ocurre con WhatsApp.
Las páginas web muestran y guardan, en tamaño y variedad, una inconmensurable cantidad de información sobre todos los aspectos del saber, de la actualidad, del entretenimiento… Y también sirven para realizar compras online, para gestionar cuentas bancarias, para contactar con servicios de salud, y para mucho más.
En los foros de debate, un poco en decadencia, y en los grupos de discusión, sobre todo las redes sociales, podemos resolver nuestras dudas o exponer nuestras ideas y mostrar nuestros conocimientos.
Los chats abren una puerta para conocer a nuevas personas, para hablar, con conocidos o desconocidos, de forma distendida. Aunque son muchos los que ya los han sustituido por Facebook, Twitter o Instagram, algunos siguen utilizando los chats aprovechando sus particulares prestaciones.
La razón de ser de Internet
Esta vía de comunicación, surgida a finales del pasado siglo, a pesar de todo lo expuesto, está creando una barrera cultural, un distanciamiento, entre los que la utilizan y los que no. En España, las conexiones a Internet, a pesar de un importante progreso en los últimos años, aún presentan algunos fallos. Y lo peor es el mantenimiento económico de los servicios que permiten las conexiones. Aún hay muchas personas que solo tienen una conexión 4G, o 5G, en su teléfono móvil.
La banda ancha no satisface en algunos aspectos a algunos usuarios. Los proveedores del servicio no cumplen lo que prometen. Tenemos en ocasiones conexiones de alta velocidad que, en muchos momentos, se confunden con las que fluían a través de los obsoletos módems telefónicos. No alcanzan las velocidades prometidas. Además son muchas las familias que no pueden permitirse el lujo de pagarse este capricho.
A pesar de las ofertas de todos los proveedores de conexión a la red de redes, no cumplen en algunos casos con lo prometido. A partir de un determinado periodo de tiempo el coste se eleva. Lo que sí está claro que todo ha evolucionado para bien desde los primeros tiempos.
La brecha
Si no queremos que la brecha se agrande, si abogamos por un acceso social a la información, los gobiernos tienen que poner los medios para conseguirlo. En Italia se empezó a elaborar en el año 2005 un plan para que todos los ciudadanos tuviesen (tengan) conexión inalámbrica a Internet, aunque todavía no ha llegado a su consumación.
El resto de países, cuando el SARS-CoV-2 nos permita volver a la normal, deben intentar hacer realidad la promesa iniciada en Italia. El acceso a Internet tiene que convertirse en un sistema similar al que hoy existe con la televisión en abierto: servicio gratuito de libre acceso. Cuando esto ocurra, podremos hablar de un medio para todos y no únicamente para privilegiados. ¿Cuánto tendremos que esperar?