La historia cuenta que, hace mucho tiempo, un hombre regañó a su hija pequeña de 5 años por desperdiciar todo un rollo de papel de regalo para envolver una caja.
La niña, a pesar de la regañina, dejó la caja envuelta bajo el árbol de Navidad y a la mañana siguiente, cuando todos estaban abriendo los regalos, se la entregó a su padre diciéndole: «Esto es para ti, papi».
Él sintió vergüenza de la reacción del día anterior y, emocionado, abrió el regalo. Pero al ver que en el interior de la caja no había nada, le dijo en tono molesto a su hija: «Señorita, cuando se hace un regalo, siempre tiene que haber algo dentro».
La pequeña, medio llorando, le dijo: «Pero papi, no está vacía, la llené de besos para tí». El padre, conmovido, abrazó a su hija y le pidió perdón.
La niña creció y se fue a vivir muy lejos. Su padre, cada vez que la echaba de menos metía su mano en la caja y sacaba un beso imaginario. Así se llenaba de todo el amor que le regaló su hija.
«Disfrutemos de la infancia de nuestros hijos, no nos quejemos de ella. ¡Pasa demasiado pronto!»
Leído en «Gracias, maestros» de Juan Carlos López Rodríguez