He hecho la pregunta a una y mil personas, una y mil veces, ¿qué sería de nosotros si no existiese la corrupción? Está claro que nuestra vida y la de la mayoría de los que nos rodean, que hoy va mal, muy mal para algunos, iría mucho mejor. Son muchas las personas, hombres y mujeres, que nacen predestinados a ser corruptos, desde su primer biberón ya sabían (y saben) que iban a vivir a cuenta de sus semejantes, conseguir beneficios sin dar nada a cambio, aprovecharse de su posición para hacerse ricos.
Dicen los libros que la corrupción nació con el hombre, que en la sociedad de los Pitecantropus Erectus ya había algún que otro aprovechado que vivía a cuenta de los demás. Cuando surgen periodos de crisis la sociedad denuncia intensamente los casos de corrupción y muestra su desacuerdo en las actuaciones de los corruptos. Ocurre en todas las sociedades, aquí y allá, y los ciudadanos nos quejamos, en ocasiones lo denunciamos, y lo consideramos como un grave problema social.
Según un estudio del Eurobarómetro, el 88 por ciento de los españoles consideramos que la corrupción afecta gravemente a la sociedad. Los más críticos son los griegos, portugueses y chipriotas, y los menos los daneses. Los baremos pasan del 98 – 97 por ciento en los tres primeros casos al 19 en el último. El coste de la corrupción en la UE asciende a más de 120.000 millones de euros. ¡Casi nada!
Los españoles consideramos que los sobornos y abusos con el fin de obtener beneficios personales son los más extendidos dentro de la clase política. Los funcionarios, con poder ejecutivo en la expedición de permisos, también se encuadran en el grupo de los corruptos. La falta de transparencia en el gasto público o el poco interés de la clase política a la hora de combatirla son algunos de los motivos por los que en España hay tanta corrupción, según la opinión de los encuestados. Las penas tendrían que ser más estrictas para los culpables.