Sin educación no hay futuro. Niños en edad escolar que no atienden en clase, que no respetan a sus padres, que maltratan a sus compañeros. Niños a los que no se les exige nada. Niños que están forjando una vida desordenada, sin alicientes, sin futuro…
Preadolescentes y adolescentes que no tienen imaginación, que se aburren. Estudiantes que poseen un pésimo nivel de lectura y escritura, que no les interesa nada de lo que se “cuece” en el aula. Analfabetos en potencia que centran su interés no en aprender sino en buscar maneras de “pasar el rato”. De ahí el sentido que tiene el proceso de aprendizaje.
La importancia de la cultura
Irresponsables de menos de dieciocho años que se alimentan de banalidades, que desdeñan la cultura, que no piensan, que no se esfuerzan, que no razonan… Boicotean las clases en el instituto, forman pandillas y atacan a otros compañeros, no respetan a sus profesores. Salen de casa hasta altas horas de la madrugada e introducen en sus cuerpos sustancias que los convierten en “muñecos agresivos”. (Sus padres ya no los controlan. ¿Lo hicieron en algún momento?)
Un día descubren que lo que están haciendo es simple y vulgar, buscan nuevas emociones. Acaban de cumplir dieciocho años y ya tienen coche, a pesar de que todavía no tienen “sentido”. Se convierten en suicidas / homicidas, moviéndose por carreteras y calles a velocidades prohibidas, en muchos casos bajo los efectos de las drogas y el alcohol. Y si no mueren y/o matan, tal vez busquen subir el nivel de su adrenalina convirtiéndose en asesinos, matando a una indigente que intentaba conciliar un sueño imposible en el fondo de un frío callejón, acabando con la vida de su progenitor porque no les entiende / atiende.
Las obligaciones de ser padres
¿Qué estamos haciendo? ¿En qué queremos convertir el mañana? ¿Qué objetivos nos hemos marcado y que esfuerzos ponemos de nuestra parte para conseguirlos? ¿Buscamos la autodestrucción?
Si como padres no nos preocupamos de educar a nuestros hijos, de darles cariño, de establecer vías de comunicación entre ellos y nosotros, de inculcarles el respeto hacia los demás, de afearles y corregirles las muestras de agresividad, de animarlos al descubrimiento y al estudio, ¿cómo podemos exigirles responsabilidad? Abramos los ojos y encaminémonos hacia la luz. Salgamos de las tinieblas. Seamos valientes.
No los dejemos al libre albedrío, sin ningún control. Si ponemos un teléfono móvil o una tablet cuando son muy pequeños, controlemos su uso. Vigilemos lo que hacen con el dispositivo. Tenemos que darnos cuenta que la red de redes ofrece aspectos muy positivos pero también entraña grandes riesgos, sobre todo para los menores. Seamos responsables.