Todos conocemos, en mayor o menor profundidad, los daños que trae consigo el vivir expuestos a la contaminación que envenena muchas ciudades y otros lugares que habitamos. Según los resultados de un estudio realizado por el Instituto de Salud Global (ISGlobal), dentro del proyecto Breathe, el vivir sometidos a la acción de finas partículas contaminantes durante la gestación y los primeros años de vida trae consigo un deterioro en la capacidad memorística y en la atención.
Anteriormente se habían realizado estudios similares con los mismos resultados. Con éste se reafirma que la exposición continuada, por parte de menores, a la contaminación que se produce en el ambiente, provoca daños cognitivos que repercutirán en los procesos de aprendizaje.
Resultados de la investigación
En la investigación, realizada en la ciudad de Barcelona, participaron 2.221 niños inscriptos en centros escolares de la Ciudad Condal, con edades comprendidas entre los siete y los diez años. Se aplicaron diferentes tests dirigidos a medir las capacidades cognitivas. Para conocer la exposición a la contaminación atmosférica se utilizaron diversos algoritmos matemáticos.
Se comprobó que cuanto mayor es la exposición a las partículas contaminantes finas, menor es la intensidad en la utilización de lo que se conoce como memoria de trabajo. Ello produce los efectos ya reseñados, centrados, como se ha indicado, en el deterioro cognitivo. Se comprobó también que el daño es más intenso durante los últimos años, los más recientes.
¿Qué es la memoria de trabajo?
La memoria de trabajo está centrada en la capacidad de almacenamiento de información que servirá para el desarrollo de los procesos de aprendizaje, del razonamiento, de la comprensión del lenguaje, y de la resolución de problemas, entre otras posibilidades. Sin ella es imposible adquirir todo lo que se necesita para el desenvolvimiento de una vida sana en el terreno del conocimiento.
Menor incidencia en las niñas
Ioar Rivas, investigadora de ISGlobal y principal autora del estudio, ha dicho: «No sabemos todavía a qué se deben estas diferencias, pero existen diversos mecanismos de carácter hormonal o genético que podrían llevar a que las niñas tuviesen una mejor respuesta a los procesos inflamatorios desencadenados por las partículas finas y fuesen menos susceptibles a su toxicidad«.
A tener en cuenta
Jordi Sunyer, otro de los autores del estudio, ha dicho lo siguiente: «Este estudio refuerza los resultados de nuestros trabajos anteriores y confirma que la exposición a los contaminantes del aire al inicio de la vida y en la infancia es una amenaza para el neurodesarrollo y un obstáculo para que los niños y niñas alcancen su pleno potencial«.