Para fundamentar una conclusión, a veces, personas muy sabias en alguna materia citan una fuente sin revisarla, haciendo decir a la fuente lo que no dice y restándole credibilidad a su trabajo (También suelen difamar involuntariamente a la fuente). Tal es el caso del psiquiatra y psicólogo infantil Bruno Bettelheim en el texto que reproduzco a continuación:
“En numerosos mitos, así como en los cuentos de hadas, la manzana simboliza el amor y el deseo, tanto en su aspecto positivo como peligroso. La manzana que se ofreció a Afrodita, diosa del amor, dando a entender que era la preferida de entre las diosas, provocó la guerra de Troya. Por otra parte, la manzana bíblica fue el instrumento que tentó al hombre a renunciar a la inocencia a cambio de conocimiento y sexo. Aunque Eva fuera seducida por la masculinidad del macho, representada por la serpiente, esta última no podía hacerlo todo por sí sola: necesitaba la manzana, que en la iconografía religiosa simboliza, también, el pecho materno. En el pecho de nuestra madre todos nos sentimos impulsados a formar una relación y a encontrar satisfacción en ella. En la historia de «Blancanieves», madre e hija comparten la manzana. En este relato, lo que dicha fruta simboliza es algo que la madre y la hija tienen en común y que yace a nivel incluso más profundo que los celos que sienten la una de la otra: sus maduros deseos sexuales.” (Bruno Bettelheim (1903 – 1990), psiquiatra y psicólogo infantil, de “Psicoanálisis de los Cuentos de Hadas”, Crítica, Las Ideas, México, 1.995)
Sin cuestionar los conocimientos del señor Bettelheim en su materia específica, parece que nunca leyó la Biblia:
1º La Biblia no habla de una manzana, sino de un fruto.*
2º Adán no renunció a su inocencia a cambio de sexo, porque el sexo era un derecho y un mandato proveniente de Dios que ya había recibido:
“27 Y Dios creó el hombre a su imagen;
lo creó a imagen de Dios,
los creó varón y mujer.”
“28 Y los bendijo, diciéndoles: «Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todos los vivientes que se mueven sobre la tierra». (Génesis 1: 27 – 28, “El libro del Pueblo de Dios”. “La Biblia”, Armando J. Levoratti, Alfredo B. Trusso y ocho colaboradores, autorizada por Raúl Francisco Cardenal Primatesta, Fundación Palabra de Vida, fundación San Pablo, 12ª edición, España, 1.995)
3º En la forma de hablar antigua, “conocer lo bueno y lo malo” no significaba un conocimiento, sino independencia para decidir qué era bueno o malo para él, en contraposición a la intención y el derecho de Dios de fijar las normas morales para el hombre.
4º La serpiente no representa en la Biblia nada que tenga relación con el sexo, porque el sexo no era una cuestión conflictiva o no resuelta para la primera pareja. Se trató simplemente de un animal de los tantos que vivían en el jardín de Edén, del que se valió un ser invisible para engañar a Eva y hacerla partícipe de una rebelión iniciada por este ser. El pecado original nada tiene que ver con el sexo; se trata, mas bien, de un pecado de soberbia, ingratitud y desconfianza hacia el Creador y de una rebelión contra su autoridad y su derecho de ser el Legislador de sus creaciones.
5º Podemos discutir, lamentablemente no con Bruno Bettelheim, si la historia es o no es un mito; les doy un dato: la última costilla, de la que la narración dice que fue usada por Dios para crear a la mujer, es el único hueso del cuerpo humano que se regenera completamente si se tiene la precaución de dejar un fragmento de periostio. ¿Casualidad?
* Al parecer, fue el pintor Durero el primero que pintó una manzana en un lienzo. Si hubiera dibujado un fruto amorfo, nos hubiera ahorrado un montón de confusiones.
1 “[El conocimiento de lo bueno y lo malo] es la facultad de decidir uno por sí mismo lo que es bueno y lo que es malo, y de obrar en consecuencia: una reclamación de autonomía moral […]. El primer pecado ha sido un atentado a la soberanía de Dios.” Biblia de Jerusalén, nota al pie. “«El árbol del conocimiento del bien y del mal»; la realidad representada por este símbolo no puede ser simplemente el discernimiento moral –prerrogativa que Dios no niega al hombre- sino la facultad de decidir por sí mismo lo que es bueno y lo que es malo, independientemente de Dios. Al desobedecer el mandato divino, el hombre reivindica para sí una autonomía que no se conforma con su condición de criatura y usurpa un privilegio exclusivo de Dios.” Levoratti – Trusso, nota al pie.
2 Antiguamente existió una secta que fue condenada por un papa por enseñar la creencia de que el pecado original era de carácter sexual. La creencia de que la práctica del sexo entre Adán y Eva fue un pecado, no tiene apoyo bíblico. Algunos dicen que el pecado no fue el sexo para la reproducción, sino con el fin de sentir placer; compare con Proverbios 5:3-20, especialmente 5:19.